Corea del Norte ha añadido un nuevo motivo de indignación para la comunidad internacional, en medio de los preparativos que está realizando para celebrar el próximo domingo el centenario del nacimiento de Kim Il-sung, fundador del país y abuelo del actual líder, Kim Jong-un. Pyongyang se prepara para realizar la tercera prueba nuclear de su historia, según ha informado la agencia surcoreana Yonhap, que cita fuentes de los servicios de inteligencia del Sur sin identificar. Según estos, el Norte “está preparando un ensayo atómico de forma clandestina” en el mismo lugar en que llevó a cabo los dos anteriores. Aseguran que imágenes de satélite han permitido ver a trabajadores perforando un túnel en la ciudad nororiental de Punggye-ri (condado de Kilju) junto a las galerías de minas que se creen que fueron utilizadas para las pruebas de 2006 y 2009. Las fotografías muestran montículos de tierra y arena a la entrada del túnel.
Está previsto que el ensayo se produzca después del anunciado
lanzamiento de un cohete a finales de esta semana –entre el 12 y el 16
de abril-, que según Pyongyang está destinado a poner en órbita un
satélite y según Estados Unidos, Corea del Sur y otros países, no es más
que la prueba disfrazada de un misil balístico de largo alcance, lo que
viola las resoluciones de la ONU.
Corea del Norte, que hace tres años abandonó las negociaciones internacionales sobre el desmantelamiento de su programa de armas atómicas, aceptó el pasado 29 de febrero una moratoria a sus ensayos nucleares, al proceso de enriquecimiento de uranio y a los lanzamientos de misiles de largo alcance a cambio de ayuda alimentaria. La decisión abrió la puerta a una posible reanudación de las conversaciones multilaterales sobre su programa atómico. Pero todo ha quedado en el aire tras el anuncio posterior del disparo del satélite.
Los dos lanzamientos anteriores de misiles fallaron, pero Washington cree que el programa balístico norcoreano avanza a gran velocidad y las zonas continentales de Estados Unidos podrían estar bajo amenaza en un plazo de cinco años.
El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo el mes pasado que Pyongyang podría ser objeto de nuevas sanciones si sigue adelante con el plan del satélite. Pero los expertos dudan que China respalde una nueva resolución contra su vecino, y, dada su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, tiene derecho de veto.
Tras el ensayo atómico de 2009, el Consejo de Seguridad aprobó una resolución en la que pidió a Corea del Norte que “no realice ninguna nueva prueba nuclear o lanzamiento que utilice tecnología de misil balístico” y le ordenó que cumpla sus obligaciones internacionales como cooperar con los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica de la ONU.
Mientras tanto, Pekín -lo más cercano a un aliado que tiene el Norte- ha pedido contención. “China está preocupada por los últimos acontecimientos en la península coreana”, dijo el sábado pasado el ministro de Exteriores, Yang Jiechi, en el marco de una cumbre sobre seguridad regional en la ciudad de Ningbo (provincia costera de Zhejiang), en la que también participaron sus homólogos japonés y surcoreano. Obama ha urgido al Gobierno chino a que utilice su influencia con Pyongyang para responder a sus “provocaciones deliberadas”, en lugar de mirar hacia otro lado.
El Partido Demócrata Unido de Corea del Sur ha afirmado que los servicios de inteligencia surcoreanos pueden haber filtrado la información sobre los preparativos del ensayo nuclear norcoreano para influir en las elecciones parlamentarias del próximo miércoles.
Japón y Corea del Sur han advertido al Norte que tendrá que hacer frente a las consecuencias si sigue adelante con el disparo del satélite. Pero Pyongyang insiste en que tiene derecho a llevar a cabo su plan, y para mostrar que su objetivo es pacífico ha invitado a un grupo de periodistas extranjeros a visitar la base desde la que será lanzado. Entre los medios de comunicación seleccionados, no se encuentra este periódico.
Los periodistas pudieron observar ayer el cohete Unha-3 en el centro espacial de Sohae, en la península de Cholsan, en el noroeste del país y a unos 50 kilómetros de la frontera con China. Los enviados llegaron en un tren especial, tras un viaje de cinco horas, y pudieron observar el cohete de 30 metros de altura y 2,5 metros de diámetro en la estructura de despegue, así como lo que los responsables del centro aseguraron que era el satélite: una caja de 100 kilogramos con cinco antenas y paneles solares. “Decir que esto es el ensayo de un misil no tiene sentido”, aseguró Jang Myong-jin, director del centro espacial, informa France Presse. “Este lanzamiento está planeado desde hace mucho tiempo con motivo del 100 aniversario del nacimiento del presidente Kim Il-sung. No lo hacemos para provocar”. El cohete pretende situar en órbita el satélite Kwangmyongsong-3 (Estrella brillante) para observar la Tierra y recoger datos sobre los bosques y los recursos naturales, según funcionarios norcoreanos.
“Lo que hemos visto hoy es civil”, afirmó Christian Lardier, un experto francés miembro de la Academia Internacional de Astronáutica. “Pero esta tecnología puede ser utilizada con fines militares”. Jang también dijo que Corea del Norte está planeando lanzar cohetes más potentes, con una masa de 400 toneladas, en lugar de las 91 toneladas del Unha-3.
Japón ha desplegado misiles en el centro de Tokio y otros puntos del país para proteger a su población en caso de que el cohete se salga de su trayectoria. Baterías de misiles Patriot han sido instaladas en el Ministerio de Defensa, en el centro de la capital, y en otras dos bases en la región, mientras han sido enviados tres barcos destructores dotados con misiles Aegis al mar de China oriental. También han sido instalados Patriot en el archipiélago de Okinawa, que se encuentra bajo la trayectoria de vuelo del cohete. El primer ministro, Yoshihiko Noda, ha dado orden de que sea derribado si amenaza el territorio japonés.
Un lanzamiento con éxito del satélite daría brillo a la imagen del nuevo líder norcoreano, Kim Jong-un, hijo de Kim Jong-il, quien murió en diciembre de un ataque al corazón, y nieto de Kim Il-sung, el presidente eterno del país, fallecido en 1994.
Corea del Norte, que hace tres años abandonó las negociaciones internacionales sobre el desmantelamiento de su programa de armas atómicas, aceptó el pasado 29 de febrero una moratoria a sus ensayos nucleares, al proceso de enriquecimiento de uranio y a los lanzamientos de misiles de largo alcance a cambio de ayuda alimentaria. La decisión abrió la puerta a una posible reanudación de las conversaciones multilaterales sobre su programa atómico. Pero todo ha quedado en el aire tras el anuncio posterior del disparo del satélite.
Los dos lanzamientos anteriores de misiles fallaron, pero Washington cree que el programa balístico norcoreano avanza a gran velocidad y las zonas continentales de Estados Unidos podrían estar bajo amenaza en un plazo de cinco años.
El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo el mes pasado que Pyongyang podría ser objeto de nuevas sanciones si sigue adelante con el plan del satélite. Pero los expertos dudan que China respalde una nueva resolución contra su vecino, y, dada su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, tiene derecho de veto.
Tras el ensayo atómico de 2009, el Consejo de Seguridad aprobó una resolución en la que pidió a Corea del Norte que “no realice ninguna nueva prueba nuclear o lanzamiento que utilice tecnología de misil balístico” y le ordenó que cumpla sus obligaciones internacionales como cooperar con los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica de la ONU.
Mientras tanto, Pekín -lo más cercano a un aliado que tiene el Norte- ha pedido contención. “China está preocupada por los últimos acontecimientos en la península coreana”, dijo el sábado pasado el ministro de Exteriores, Yang Jiechi, en el marco de una cumbre sobre seguridad regional en la ciudad de Ningbo (provincia costera de Zhejiang), en la que también participaron sus homólogos japonés y surcoreano. Obama ha urgido al Gobierno chino a que utilice su influencia con Pyongyang para responder a sus “provocaciones deliberadas”, en lugar de mirar hacia otro lado.
El Partido Demócrata Unido de Corea del Sur ha afirmado que los servicios de inteligencia surcoreanos pueden haber filtrado la información sobre los preparativos del ensayo nuclear norcoreano para influir en las elecciones parlamentarias del próximo miércoles.
Japón y Corea del Sur han advertido al Norte que tendrá que hacer frente a las consecuencias si sigue adelante con el disparo del satélite. Pero Pyongyang insiste en que tiene derecho a llevar a cabo su plan, y para mostrar que su objetivo es pacífico ha invitado a un grupo de periodistas extranjeros a visitar la base desde la que será lanzado. Entre los medios de comunicación seleccionados, no se encuentra este periódico.
Los periodistas pudieron observar ayer el cohete Unha-3 en el centro espacial de Sohae, en la península de Cholsan, en el noroeste del país y a unos 50 kilómetros de la frontera con China. Los enviados llegaron en un tren especial, tras un viaje de cinco horas, y pudieron observar el cohete de 30 metros de altura y 2,5 metros de diámetro en la estructura de despegue, así como lo que los responsables del centro aseguraron que era el satélite: una caja de 100 kilogramos con cinco antenas y paneles solares. “Decir que esto es el ensayo de un misil no tiene sentido”, aseguró Jang Myong-jin, director del centro espacial, informa France Presse. “Este lanzamiento está planeado desde hace mucho tiempo con motivo del 100 aniversario del nacimiento del presidente Kim Il-sung. No lo hacemos para provocar”. El cohete pretende situar en órbita el satélite Kwangmyongsong-3 (Estrella brillante) para observar la Tierra y recoger datos sobre los bosques y los recursos naturales, según funcionarios norcoreanos.
“Lo que hemos visto hoy es civil”, afirmó Christian Lardier, un experto francés miembro de la Academia Internacional de Astronáutica. “Pero esta tecnología puede ser utilizada con fines militares”. Jang también dijo que Corea del Norte está planeando lanzar cohetes más potentes, con una masa de 400 toneladas, en lugar de las 91 toneladas del Unha-3.
Japón ha desplegado misiles en el centro de Tokio y otros puntos del país para proteger a su población en caso de que el cohete se salga de su trayectoria. Baterías de misiles Patriot han sido instaladas en el Ministerio de Defensa, en el centro de la capital, y en otras dos bases en la región, mientras han sido enviados tres barcos destructores dotados con misiles Aegis al mar de China oriental. También han sido instalados Patriot en el archipiélago de Okinawa, que se encuentra bajo la trayectoria de vuelo del cohete. El primer ministro, Yoshihiko Noda, ha dado orden de que sea derribado si amenaza el territorio japonés.
Un lanzamiento con éxito del satélite daría brillo a la imagen del nuevo líder norcoreano, Kim Jong-un, hijo de Kim Jong-il, quien murió en diciembre de un ataque al corazón, y nieto de Kim Il-sung, el presidente eterno del país, fallecido en 1994.