miércoles, octubre 10, 2012

Los chicos y sus miedos: la edad de los fantasmas

Aparecen sin aviso y tiñen la vida cotidiana de los niños. Cuáles son los más comunes y cómo ayudarlos a superarlos.

Oscurece y Tomás empieza a sentirse inquieto. “¿Se está haciendo de noche, mamá?”, pregunta. Y protesta ante la respuesta afirmativa. “No, no es de noche, no quiero irme a dormir”, repite y niega la realidad, porque la oscuridad viene acompañada de monstruos. No importa cuantas veces le digan que no existen: la luz encendida toda la noche y mamá a su lado hasta que se duerma son los únicos pasaportes al sueño tranquilo.

Los miedos de los chicos son parte inexorable de su crecimiento, pero no por habituales y necesarios son fáciles de llevar, ni para ellos ni para sus padres. “Los temores infantiles son las emociones que expresan los niños cuando sienten que enfrentan una situación peligrosa, ya sea real o imaginaria”, explica la licenciada Marcela Martínez, integrante de Hémera.

El miedo a la oscuridad, a los monstruos, a los ruidos fuertes, a las tormentas y también a los perros, son los más típicos. Cada uno de ellos tiene una explicación y, en la mayoría de los casos, se resuelve con el crecimiento, la comprensión y el acompañamiento por parte de los adultos.

Entre los cuatro y los seis años, los chicos sienten ansiedad respecto a las cosas que no se basan en la realidad, como los monstruos y los fantasmas, que se llevan de maravillas con el rey de todos los miedos: el miedo a la oscuridad. “Es una emoción completamente normal, se debe a que a esa edad tienen un mundo imaginario y fantaseado muy grande y temen que los monstruos, fantasmas, extraterrestres puedan aparecerse cuando la luz se apaga”, agrega la licenciada Martínez. A esa edad, los chicos creen que lo saben todo y que pueden hacer cualquier cosa, por eso es importante el acompañamiento de los padres.

“El único ‘problema’ son los padres que les ponen trabas y límites. A través del juego, los niños intentan dominar sus emociones, tratando de poner orden a sus sentimientos de amor y odio, emociones que son muy primitivas”, señala la licenciada Alejandra Alfonso, de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Ante los límites, se enojan con sus padres y a veces expresan su furia en forma de rabietas y berrinches. “O de temores, que también pueden manifestarse en forma de sueños o pesadillas. Por eso, los cuentos de hadas son tan apreciados por los niños pequeños, porque no son más que argumentos de los sueños y pesadillas de niños”, aclara Alfonso.



Cómo ahuyentar los miedos


Más allá de que sea normal que lo experimenten, los chicos necesitan ayuda para sentirse aliviados cuando el miedo los asusta. “Es importante que los padres puedan contenerlos, haciéndolos sentir entendidos, acompañados y protegidos”, suma la licenciada Claudia Messing, autora del libro “¿Por qué es tan difícil ser padres hoy?”. Esa contención que necesitan a veces no es efectiva -explica Messing- porque los chicos pueden confundir los roles y, en lugar de verlos como figuras protectoras que están para cuidarlos y protegerlos, los perciben como iguales. “Muchos papás y mamás se ubican frente a ellos como pares, y así los chicos se mimetizan con ellos, pero no logran internalizarlos como figuras protectoras, se quedan con sus propias opiniones y ponen a prueba la palabra del adulto. Y eso genera que a los chicos les cueste mucho confiar en la palabra de sus padres”, concluye.

Sin dudas, lo que hagan y digan los adultos es esencial para que los chicos puedan vivir sus miedos con la certeza de que tienen en quien apoyarse. “Las funciones paternales justamente deben desarrollarse en pos de otorgar al niño tranquilidad, confianza y seguridad tanto para sí mismo como para su entorno, utilizando algunas herramientas como la comunicación, la contención, el cariño y el juego”, afirma la licenciada Rosina Duarte.

Entonces, en lugar de obligar a los chicos a que enfrenten la situación temida, o retarlos porque lloran ante lo que los asusta desesperadamente, hay que acompañarlos para que puedan descubrir que los monstruos no existen fuera de la ficción. Poner en juego la paciencia, el amor y la comprensión es la mejor manera de derrotar, juntos, a los fantasmas.



Estrategias


No todos los chicos temen a las mismas cosas, sin embargo, hay algunos temores que son (casi) universales. Además del miedo a la oscuridad, los chicos se asustan ante:

* Lluvias y tormentas. Les temen por el ruido que hacen y porque no saben por qué se producen. Es necesario que los padres los abracen y les expliquen que no hay por qué temer.

* A los perros. Alrededor de los 2 ó 3 años suele aparecer este temor. Es muy positivo que el niño vea que los padres no le temen a los perros y que los acarician sin problemas.

* A la soledad. Es parte del proceso que implica la separación física de los padres. Para que este temor evolucione de manera gradual es necesario que el niño internalice las figuras parentales que le dan seguridad y tranquilidad para consigo mismo y el entorno.

* Miedo a caerse. Cuando aprenden a caminar aparece en el niño el temor a caerse. Lo importante es que los padres le den la mano, estén cerca y lo alienten a intentar caminar sin temor a tropezar.
Existen algunas estrategias sencillas para que los chicos atraviesen sus miedos de la manera menos traumática posible:

* Comunicación. Esta es la herramienta principal para erradicar los miedos. Es necesario que los padres logren una buena comunicación para que el niño exprese libremente sus temores o miedos.

* Contención. Los padres deben contenerlos y sostenerlos en estas situaciones de miedo. Eso les brinda seguridad y confianza en sí mismos para disminuir estos temores.

* Acompañamiento. Es bueno que los niños puedan compartir sus sentimientos con los adultos. Sería bueno contarles los temores que los padres tenían durante su infancia y cómo los fueron superando. Así el niño podrá saber que sus miedos se superan, tal como les sucedió a sus padres.

* El juego. Es una herramienta para hablar acerca de sus temores, y representarlos a través de lo lúdico.