La OTAN
se adapta a los nuevos tiempos. Las estrecheces presupuestarias obligan
a reinventar los tradicionales usos militares para sacar el máximo
partido a la inversión. El entrenamiento por Internet es el mejor
ejemplo de esas nuevas prácticas; en lugar de desplazar soldados, la
Alianza desarrolla nuevas herramientas online para instruir al personal
en ciertas habilidades. Aunque constituya más la anécdota que la norma
de funcionamiento, el proyecto ilustra bien el cambio de rumbo de la
Alianza ante la falta de recursos.
Las restricciones económicas centran buena parte del debate que han mantenido los países miembros de la Alianza Atlántica durante los dos últimos días en Bruselas. “Mi llamamiento a los Gobiernos es que paren los recortes, que empleen mejor los recursos y, una vez se recupere la economía, que comiencen a invertir otra vez”, pidió el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, al inicio del encuentro. “Si los recortes continúan, tendrán un impacto negativo en nuestra capacidad para proveer defensa y protección a nuestra población”, advirtió.
Pese a esa llamada de atención, la merma presupuestaria de los 28 países aliados no resulta tan dramática, al menos en conjunto. El gasto militar representaba en 2011 una media del 3,1% del PIB, apenas tres décimas menos que en 2009, aunque probablemente el balance de 2012 profundice la caída. Estas cifras de la Alianza atribuyen la reducción más drástica a la maltrecha Grecia, que renunció en 2011 a casi una cuarta parte de su gasto militar después de haberlo rebajado una quinta parte en 2010. Le siguieron Eslovenia, Bulgaria, República Checa y Eslovaquia. Por debajo de esos países, aunque también con reducciones de dos dígitos, se sitúa España, cuyo gasto militar cayó un 11% en 2011 tras dos años de reducciones ya muy significativas. En general, casi todos los países ahorran en sus Ejércitos, incluido Estados Unidos, responsable del mayor gasto militar del mundo (un 4,8% de su PIB). Pero esas caídas se amortiguan con excepciones como la alemana, que incluso ha incrementado su capítulo de Defensa en los años de crisis.
En ese escenario de recursos decrecientes, los ministros han decidido adoptar algunos remedios. “Se trata de ver si nuestras naciones renuncian a sus responsabilidades por causa de las restricciones presupuestarias o si demostramos creatividad e innovación y desarrollamos las capacidades necesarias para afrontar las amenazas de forma conjunta”, resumió épicamente el secretario de Estado de Defensa estadounidense, Leon Panetta.
La experiencia de Afganistán ha servido a los dirigentes de la Alianza para sacar provecho del trabajo conjunto de los Ejércitos, de forma que en adelante entrenarán más juntos y compartirán recursos. La OTAN potenciará lo que denomina la fuerza de reacción rápida: 13.000 soldados preparados para desplegarse si se produce un conflicto. Ese equipo se nutre de los Ejércitos nacionales, que de forma rotatoria comprometen tropas por un periodo de seis meses. Los expertos de la organización diseñarán un plan de entrenamiento que durará hasta 2020. Con el fin de la misión de combate en Afganistán —las fuerzas afganas van tomando progresivamente el control del país hasta finales de 2014—, la organización atlántica podrá centrarse en otras actividades.
Al final, el llamamiento a parar los recortes le ha deparado al líder de la OTAN una victoria presupuestaria. Los responsables de Defensa han acordado elevar el porcentaje del gasto militar que destinan a la Alianza, de forma que gane peso la inversión conjunta frente a la individual de cada Estado.
Las restricciones económicas centran buena parte del debate que han mantenido los países miembros de la Alianza Atlántica durante los dos últimos días en Bruselas. “Mi llamamiento a los Gobiernos es que paren los recortes, que empleen mejor los recursos y, una vez se recupere la economía, que comiencen a invertir otra vez”, pidió el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, al inicio del encuentro. “Si los recortes continúan, tendrán un impacto negativo en nuestra capacidad para proveer defensa y protección a nuestra población”, advirtió.
Pese a esa llamada de atención, la merma presupuestaria de los 28 países aliados no resulta tan dramática, al menos en conjunto. El gasto militar representaba en 2011 una media del 3,1% del PIB, apenas tres décimas menos que en 2009, aunque probablemente el balance de 2012 profundice la caída. Estas cifras de la Alianza atribuyen la reducción más drástica a la maltrecha Grecia, que renunció en 2011 a casi una cuarta parte de su gasto militar después de haberlo rebajado una quinta parte en 2010. Le siguieron Eslovenia, Bulgaria, República Checa y Eslovaquia. Por debajo de esos países, aunque también con reducciones de dos dígitos, se sitúa España, cuyo gasto militar cayó un 11% en 2011 tras dos años de reducciones ya muy significativas. En general, casi todos los países ahorran en sus Ejércitos, incluido Estados Unidos, responsable del mayor gasto militar del mundo (un 4,8% de su PIB). Pero esas caídas se amortiguan con excepciones como la alemana, que incluso ha incrementado su capítulo de Defensa en los años de crisis.
En ese escenario de recursos decrecientes, los ministros han decidido adoptar algunos remedios. “Se trata de ver si nuestras naciones renuncian a sus responsabilidades por causa de las restricciones presupuestarias o si demostramos creatividad e innovación y desarrollamos las capacidades necesarias para afrontar las amenazas de forma conjunta”, resumió épicamente el secretario de Estado de Defensa estadounidense, Leon Panetta.
La experiencia de Afganistán ha servido a los dirigentes de la Alianza para sacar provecho del trabajo conjunto de los Ejércitos, de forma que en adelante entrenarán más juntos y compartirán recursos. La OTAN potenciará lo que denomina la fuerza de reacción rápida: 13.000 soldados preparados para desplegarse si se produce un conflicto. Ese equipo se nutre de los Ejércitos nacionales, que de forma rotatoria comprometen tropas por un periodo de seis meses. Los expertos de la organización diseñarán un plan de entrenamiento que durará hasta 2020. Con el fin de la misión de combate en Afganistán —las fuerzas afganas van tomando progresivamente el control del país hasta finales de 2014—, la organización atlántica podrá centrarse en otras actividades.
Al final, el llamamiento a parar los recortes le ha deparado al líder de la OTAN una victoria presupuestaria. Los responsables de Defensa han acordado elevar el porcentaje del gasto militar que destinan a la Alianza, de forma que gane peso la inversión conjunta frente a la individual de cada Estado.