Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), uno de los centros de investigación más prestigiosos del mundo, creen que Mercurio pudo haber albergado un gran océano de magma poco después de su formación, hace unos 4.500 millones de años. La investigación aparece publicada en la revista Earth and Planetary Science Letters.
La sonda Messenger de la NASA, que orbita el planeta desde marzo de 2011, ha recogido una serie de datos que permitieron identificar dos composiciones diferentes de rocas en la superficie del planeta que parecían formadas por distintos procesos geológicos.
Para responder a esta cuestión, el equipo del MIT recreó
dos tipos de rocas en el laboratorio y sometió a cada roca sintética a
altas temperaturas y presiones para simular diversos procesos
geológicos. A partir de sus experimentos, los científicos llegaron a una
conclusión: un solo fenómeno puede explicar las dos composiciones: un vasto océano de magma que
creó dos capas diferentes de cristales, solidificados, que finalmente
se fundieron en magma y que luego entró en erupción en la superficie de
Mercurio.
Mercurio pudo haber albergado un gigantesco océano de magma |
En el primer millón de años
«Lo que es realmente sorprendente en Mercurio es que esto
no sucedió ayer», dice Timothy Grove, profesor de geología en el MIT.
«La corteza tiene probablemente más de 4.000 millones de años, por lo
que este océano de magma es algo muy antiguo», estima. Según el experto,
pudo existir entre el primer millón y los diez millones de años a
partir de los procesos violentos que formaron el planeta. A medida que
se condensaba la nebulosa solar, los fragmentos chocaban en grandes
trozos para formar pequeños y grandes mundos. Ese proceso de colisión y
acreción pudo producir energía suficiente como para derretir
completamente el planeta, un escenario que podría crear un océano de
magma muy temprano.