sábado, mayo 11, 2013

El gobierno de EE.UU. va camino de convertirse en el mayor 'hacker' del mundo

El gobierno de EE.UU. está invirtiendo decenas de millones de dólares cada año en operaciones ofensivas de ‘hackeo’ para aprovechar las vulnerabilidades en los sistemas informáticos de sus adversarios.

Según un pormenorizado artículo publicado por el periodista Joseph Menn en la página web de Reuters, EE.UU. y sus contratistas del Departamento de Defensa están llevando a cabo esfuerzos cada vez mayores para ‘hackear’ las computadoras de sus rivales en el extranjero, poniendo a su vez en evidencia las operaciones cibernéticas clandestinas del país.

En un momento en que el gobierno estadounidense continúa persiguiendo a los presuntos delincuentes informáticos en el interior del país -lo que queda en evidencia por los intentos de reformar las leyes sobre tecnología- Menn denuncia que EE.UU. gasta millones en descubrir, identificar y explotar los fallos de seguridad, a menudo accediendo a los sistemas y redes de objetivos internacionales.

Como consecuencia de esta política, EE.UU. se ha convertido en uno de los actores más pujantes del mundo en el escenario de la ciberguerra, mientras que, paralelamente, en el Congreso aumentan los llamamientos a favor de investigar ‘hackers’ en otros países.

El pasado martes fue introducida una propuesta específica en el Congreso con apoyo bipartidista, para impedir que los datos comerciales de EE.UU. se vean comprometidos por ‘hackers’ extranjeros. Sin embargo, Menn sostiene que el gobierno estadounidense es tan culpable de cometer delitos cibernéticos como los países a los que acusa en dicho proyecto de ley.

"Pese a que el gobierno de EE.UU. se enfrenta a las potencias rivales por el espionaje masivo en Internet, se ha convertido en el mayor cliente de un floreciente mercado negro, donde los piratas informáticos y las empresas de seguridad venden herramientas de intrusión en los ordenadores", señala Menn.

En su informe, Menn explica que una gran parte de los esfuerzos cibernéticos actuales del país no se basan en la estrategia defensiva, como uno podría imaginar, sino que implica operaciones ofensivas lanzadas con la intención de dañar los equipos de los adversarios.