Existen al menos cinco razones de peso para que EE.UU. y China acaben enfrentándose militarmente en la región Asia-Pacífico, según el periodista Evan N. Resnick.
En un artículo publicado en 'The New Strait Times', el periodista sostiene que el ascenso económico de China no da tregua a EE.UU. No en vano, la segunda economía más grande del mundo está a punto de superar a EE.UU. en términos de PIB sobre la base de la paridad del poder adquisitivo ya en la próxima década.
Además, China cuenta con más dinero para modernizar su Ejército Popular de Liberación, pues su presupuesto militar ha crecido en una tasa media anual del 10,3 % entre 2001 y 2011. En 2012 superó por primera vez los 100.000 millones de dólares. Resnick argumenta que China tratará de maximizar su seguridad mediante la expansión de su influencia y control sobre las regiones vecinas.
Como segundo motivo, Resnick cita la estrategia del presidente de EE.UU., Barack Obama, de imprimir un giro hacia Asia, lo que podría eventualmente conducir a crecientes tensiones y a una posible guerra entre China y Estados Unidos en la región.
La tercera razón, según el autor, estaría relacionada con el hecho de que los compromisos de seguridad de Estados Unidos ante sus aliados regionales les han envalentonado, fortaleciendo sus posiciones de negociación hacia Pekín.
En cuarto lugar, aunque el equilibrio de poder militar en Asia Oriental favorece firmemente a EE.UU., el equilibrio de intereses en la región favorece a China. Esta asimetría complica la disuasión mutua debido a que los gobiernos de Washington y de Pekín creerán que se dominan el uno al otro, explica Resnick.
Por último, Resnick culpa a Pekín y a Washington de no establecer un conjunto de reglas que puedan moderar su competencia geopolítica.
"Estos factores son especialmente perniciosos porque cada uno exacerba los otros, propiciando un ciclo de retroalimentación positiva", concluye el autor.
Además, China cuenta con más dinero para modernizar su Ejército Popular de Liberación, pues su presupuesto militar ha crecido en una tasa media anual del 10,3 % entre 2001 y 2011. En 2012 superó por primera vez los 100.000 millones de dólares. Resnick argumenta que China tratará de maximizar su seguridad mediante la expansión de su influencia y control sobre las regiones vecinas.
Como segundo motivo, Resnick cita la estrategia del presidente de EE.UU., Barack Obama, de imprimir un giro hacia Asia, lo que podría eventualmente conducir a crecientes tensiones y a una posible guerra entre China y Estados Unidos en la región.
La tercera razón, según el autor, estaría relacionada con el hecho de que los compromisos de seguridad de Estados Unidos ante sus aliados regionales les han envalentonado, fortaleciendo sus posiciones de negociación hacia Pekín.
En cuarto lugar, aunque el equilibrio de poder militar en Asia Oriental favorece firmemente a EE.UU., el equilibrio de intereses en la región favorece a China. Esta asimetría complica la disuasión mutua debido a que los gobiernos de Washington y de Pekín creerán que se dominan el uno al otro, explica Resnick.
Por último, Resnick culpa a Pekín y a Washington de no establecer un conjunto de reglas que puedan moderar su competencia geopolítica.
"Estos factores son especialmente perniciosos porque cada uno exacerba los otros, propiciando un ciclo de retroalimentación positiva", concluye el autor.