El accidente ocurrió en 1848. La víctima, Phineas Gage, no murió y volvió al trabajo. Pero su conducta cambió y se volvió irascible.
“Antes de su lesión, aunque sin entrenamiento en la escuela,
poseía una mente bien balanceada y era visto por aquellos que le
conocían como un hombre de negocios inteligente, enérgico y persistente
en la ejecución de todos sus planes. En este aspecto su mente cambió
radicalmente... amigos y conocidos decían que ‘ya no era Gage’”.
En 1868, el doctor John Harlow describió con esas palabras, ante la
Sociedad Médica de Massachusetts, un caso que pasaría a la historia como
el mayor enigma de la neurobiología.
Por años expertos de todo el
mundo han estudiado y debatido la ubicación exacta y el grado de daño
que pudo haber sufrido el cerebro de Phineas Gage –cuyo cráneo fue
atravesado accidentalmente por un hierro en 1848– y el impacto que tuvo
en su personalidad (pasó de afable a irascible). Pero, sin cerebro a
mano, el enigma parecía sin resolución. Ahora, investigadores de la
Universidad de California, Los Angeles (UCLA), lo investigaron una vez
más, aunque esta vez aplicando nuevas tecnologías. Así, Jack Van Horn,
profesor adjunto de neurología de la UCLA, y su equipo lograron
desarrollar un mapa 3D del famoso “cerebro”, recreando el daño que pudo
haber sufrido en el accidente.
Gage era supervisor en la construcción de una línea ferroviaria en Vermont, Estados Unidos.
En
septiembre de 1848, mientras colocaba pólvora en el hueco de una roca
con una barra de hierro de más de un metro de largo, accidentalmente
detonó una explosión . El hierro se disparó hacia atrás y le
atravesó el cráneo. Contra todas las probabilidades, sobrevivió al
accidente, logró recuperarse físicamente y hasta regresó a su trabajo.
Pero el drástico cambio en su comportamiento selló su destino como uno
de los casos más fascinantes de la neurociencia.
¿Qué pasó?
Siguiendo el paso del hierro por la cabeza de Gage, los investigadores
observaron que mientras la materia gris del lóbulo izquierdo había
sufrido un daño considerable, casi 4%, el daño a la materia blanca por
donde pasó el metal y de otras zonas conectadas era sustancial, casi
11%, lo cual probablemente contribuyó al cambio de conducta.
“Que
haya cambiado posiblemente no sea sorpresa, pero el cómo cambió
continúa fascinando a neuroinvestigadores, aun después de 160 años” , comentó Jack Van Horn, autor principal del estudio. “Se trata de una evidencia
que ayuda a explicar los efectos sobre el comportamiento del Sr. Gage,”
dijo. Debido al frágil estado del cráneo (que todavía se conserva en el
museo de medicina de la Universidad de Harvard), Van Horn tuvo que
recurrir a colegas del Brigham and Women’s Hospital en Harvard, quienes
en 2001 le habían sacado las últimas tomografías. “Requirió esfuerzo
pero lograron hallar archivos originales del escáner,” explicó Van
Thorn.
“Milagrosamente, Gage sobrevivió, pero tras la recuperación su personalidad cambió radical y permanentemente,” dijo a Clarín
Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y
del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. “Hoy sabemos
que el área de lóbulos frontales cumple la función de regular las
emociones y la conducta social”, explicó.
Aunque es difícil hacer
conclusiones, estos resultados sobre el daño en conectividad permiten
tener una mejor idea de lo que ocurrió en esta famosa cabeza. “Es una
hipótesis interesante. Quizás estos investigadores puedan avanzar en el
conocimiento de las áreas cerebrales afectadas,” dijo Manes.