La salud es lo primero, también para los más tecnológicos. La movilidad y la telemedicina se han inmiscuido en la tradicional comunicación entre médico y paciente. Las aplicaciones móviles ofrecen la posibilidad de conocer una información que antes estaba reservada a los especialistas de la medicina, como medir la tensión o determinar la cantidad de medicamento que se debe administrar a un niño.
Las «apps» médicas son herramientas útiles, tanto para el médico como para el paciente, pero no están exentas de ciertos riesgos. Y es que ante la ausencia de una regulación específica resulta difícil detectar las herramientas útiles de las que no lo son en un sector, el de las «apps» médicas, en auge.
La salud móvil («mHealth»), dos palabras que unidas nadie pronunciaba hace muy pocos años se está transformando en uno de los pilares básicos de la sanidad en todas partes, incluidos los países en vías de desarrollo. Los expertos piden regular este tipo de servicios para no caer en un chamanismo digital. «Las verdaderas aplicaciones que sean útiles deberían tener un distintivo profesional», señala el doctor Juan Jurado de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (Semg). «La movilidad y los aparatos, conforme le vayan dotando de nuevas aplicaciones, tienen un futuro muy brillante a medio y largo plazo», matiza.
El mensaje que trasladan es que «todo eso ayuda», pero dentro de un marco de seguridad profesional. «Lo ideal es el que el propio médico prescribiera herramientas y aplicaciones o el ministerio hiciera una biblioteca», agrega Miguel Ángel Mañez, director de gestión del Complejo Hospitalario de Toledo, al tiempo que agrega: «el problema es que el paciente se autodiagnostique».
Para Fernando Mugarza, codirector del Observatorio Zeltia, las «apps» de salud y tecnología de la información (TI) son un complemento. «La relación médico-paciente no se puede perder porque es la que genera la confianza. Las ‘apps’ son herramientas que facilitan el diagnóstico y que validan esa relación con el paciente».
Mugarza coincide en que la información presente en las «apps» de salud debe ser validada, verificada y reconocida de alguna manera por instituciones para que el usuario, sea paciente o profesional sanitario, se fíe de ella. «Rigor es lo que deben promover estas aplicaciones, porque hablar de salud no es cualquier cosa, es lo más importante para una persona», considera Mugarza, quien no duda en lo últil que pueden ser estas herramientas.
Negocio lucrativo
La salud ha abierto una vía de negocio muy importante. «Para el médico está demostrado que, no solo le ayuda, es fundamental. El 83% de los médicos en EE.UU. ya utilizan una ‘app’ diariamente y la utilizan por lo menos cuatro veces al día porque evitan errores y ahorran entre 90 y 120 minutos de práctica clínica. Les hace más eficientes y ayudan a que la seguridad del paciente aumente. En España, por lo menos, ayudan a evitar dos errores catastróficos a la semana», subraya Luis del Cañizo, cofundador de iDoctus, «app» española que ayuda a los médicos de todas las especialidades en el diagnóstico y tratamiento.
Los fabricantes de tecnología están llevando la medicina al ámbito del consumo. Cada vez más, porque la salud, en su conjunto, se ha convertido en un negocio. Samsung ha incorporado en su Galaxy S5 un sensor de frecuencia cardiaca que podría utilizarse para fines médicos. No son los únicos, cada vez más surgen pulseras inteligentes ideadas para monitorizar la actividad física o consumo de calorías.
Aún en pañales la era de los dispositivos vestibles («wearables»), los colectivos médicos piden que estas aplicaciones y servicios pasen controles de calidad que avalen su fiabilidad porque, en caso contrario, se podría dar una «falsa sensación» a los pacientes. Y es que la tecnología «mHealth» no ha hecho más que aterrizar. Se calcula que hay cerca de 97.000 aplicaciones relacionadas con la salud en las tiendas, siendo un 66% de ellas gratuitas, según un nuevo informe elaborado por el Observatorio Zeltia y App Date.
Se espera que de aquí a 2018 los ingresos en estas herramientas aumenten un 511%. Según la consultora PwC, los ingresos en «mHealth» a nivel global se van a ver incrementados exponencialmente. Se pasarían de los 4.500 millones de dólares de 2013,a los 23.000 millones de dólares en 2017. Este ecosistema supondría un ahorro para el sistema sanitario europeo de 99.000 millones de euros. Europa y Asia son los continentes que tendrán mayores cuotas de mercado en el futuro próximo, ambas con un 30%.