¿Cuándo va a terminar el mundo? ¿George Washington era gay? ¿Qué es Internet? La mayoría son políticamente incorrectas y sensibles.
Hay preguntas que uno formula a amigos, familiares y confidentes. Y
después están las preguntas que uno hace a Internet. Google está
mostrando las preguntas exactas que se formulan con mayor frecuencia,
dando a todo el mundo la posibilidad de mirar sobre el hombro del
prójimo para ver curiosidades privadas.
Entre las preguntas que
se formulan con mayor frecuencia figuran: ¿Cuándo va a terminar el
mundo? ¿Era gay George Washington?
Las preguntas provienen de una función
que Google llama autocompletar. Esta función anticipa lo que uno puede
llegar a preguntar basándose en las preguntas que ya hicieron otras
personas. Tipee simplemente una pregunta que comience con es o era y el
motor de búsqueda completará el resto.
La gente que se dedica a
estudiar la conducta online sostiene que la función autocompletar revela
patrones más amplios, incluidas indicaciones de que las preguntas que
la gente hace a los motores de búsqueda viran hacia lo sensible y lo
políticamente incorrecto.
“Nuestro motor de búsqueda es nuestro
mejor amigo y uno le habla sobre todos los temas, aún sobre las cosas de
las que uno no hablaría con su mejor amigo de verdad. De algún modo,
los motores de búsqueda reflejan a la sociedad” aseguró Danny Sullivan,
editor de Search Engine Land, un sitio que cubre la industria de
búsquedas.
Otra explicación para los patrones de autocompletar
podría ser la intromisión de bromistas que intentan burlar al sistema.
Recientemente, Bettina Wulff, esposa de Christian Wulff, un ex
presidente alemán, pidió a Google que dejara de sugerir términos como
prostituierte (prostituta) después de su nombre. Google se negó,
alegando que los términos habían sido tipeados de forma individual
muchas, pero muchas veces.
El desarrollo de la función
autocompletar pone de reflejo la insaciable demanda de velocidad de los
usuarios. En un experimento, Google descubrió que la gente se sentía más
feliz cuando los resultados de las búsquedas llegaban milésimas de
segundo antes, a una velocidad por debajo de lo que puede percibir la
mente.