sábado, diciembre 01, 2012

Supera las crisis: Algunos buenos consejos para aliviar el dolor

Practicar alguna actividad como tejer o jardinear, además de obligarte a sonreír cuando sea necesario, son algunas de las recomendaciones de una autor que asegura que es posible recuperarse de prácticamente todo.

“Es prácticamente imposible vivir una vida plena sin traumas, y los malos recuerdos no siempre desparecen del todo”, dice Laurence Gonzales. Él tras entrevistar y dedicar parte de su vida a estudiar cómo las personas superan el dolor, sabe que es muy poco probable que alguien no sufra profundamente en algún momento, pero, afortunadamente, asegura que es posible recuperarse de casi cualquier cosa.

No es fácil, claro. Según ha explicado en entrevistas y en su libro “Surviving survival: The art and science of Resilience”, sobrevivir a una experiencia cercana a la muerte, como una grave enfermedad o un accidente, o superar duros momentos, como la partida de un cercano o un divorcio, e incluso un despido, lo cambia todo. Y la gran mayoría de las veces, el proceso de salir adelante es incluso más arduo que el instante mismo del hecho doloroso.

Y lograr no derrumbarse en el peor de los infiernos, mientras alguien se acostumbra a levantarse cada día sin la presencia de un hijo que murió, sin el cónyuge que aún ama, o con un diagnóstico de cáncer que pesa sobre sus espaldas, sin duda obliga a las personas a replantearse su forma de ver la vida y de relacionarse con los demás.

“A raíz de un trauma severo, se puede sentir cómo algo físico y completamente fuera de tu control, se ha apoderado de ti”, aseguró el autor, para reflejar cómo los recuerdos, los miedos, y revivir una y otra vez la angustia, sumergen a alguien que ha sufrido en un pozo que no le deja ver la luz. “El cerebro es un órgano de adaptación. Solo tenemos que saber cómo usarlo”, explica.

La salida, como indica, puede ser ayudada de manera tan simple, como adoptar la costumbre de tejer, jardinear, hacer rompecabezas, algún deporte o cualquier tipo de actividad que sea repetitiva. “Hay un circuito especial en el cerebro que compartimos con los demás mamíferos.  Se llama el circuito de rabia. Si eres atacado, esta vía neuronal es activada. Te hace gritar y luchar y pelear. Pero esa respuesta  necesita de mucha energía, y un mantra puede ayudar a calmar la rabia y conservar la energía que tu cuerpo necesita para sobrevivir”, dice Gonzales, haciendo una analogía con las frases de origen sánscrito que se repiten para ayudar a relajarse en la meditación.

Lo que el autor espera que las personas activen con este tipo de actividades, lo que llama el “circuito cerebral de acecho” realizando actos metódicos, que se transforman en una terapia que entrega paz. “Resulta que los dos circuitos usan algunas de las mismas áreas del cerebro, por lo que no pueden funcionar al mismo tiempo. Si estás al acecho, no puedes estar con rabia”, explicó.

Por eso, sus consejos para enfrentar un duro momento se resumen en:

-Haz lo que sea: Realizar una actividad repetitiva y que apunte a un objetivo te hará sentir más tranquilo/a. Ésta puede ser estudiar algún idioma, practicar yoga u otra actividad física, y las ya antes mencionadas en este artículo, a los que se suman bordar o cualquier otra manualidad.

-Piensa en los demás: Deja de sentirte como la víctima del momento y considera a los demás en tu peor momento. Seguramente, notarás que tienes que sacar fuerzas para salir adelante por tu familia.

-Rodéate de gente buena: Conversar lo que sientes, sentirte apoyado/a y conectado/a con personas te hará sentir mucho mejor.  Siempre podrás desahogarte cuando lo necesites.

-Sonríe: Si sientes que no puedes controlar lo que sientes, intenta proyectando lo que quieres desde afuera. Una sonrisa falsa puede ser la llave para indicarle a tu cerebro que debes estar bien. Por otro lado, según ha indicado Gonzales, varios estudios indican que aquellas personas que pueden recordar momentos graciosos con los que partieron, pasan menos tiempo de duelo. “Ríete del mundo, ríete de ti”, recomienda.

-Propón un ritual: “Mi mamá, que tiene 91 años, visita la tumba de mi papá en ciertos días que ella considera importantes. No se lamenta las 24 horas del día”, comentó a la revista More, para graficar cómo su madre aprendió que no debía estar constantemente triste.