Los científicos de la Oficina de Investigación Científica de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos han conseguido un combustible que no solo es más seguro, sino también más ecológico que los existentes. Además es muy fácil de transportar.
Durante muchos años se ha empleado hidrazina como combustible para cohetes. Es una sustancia química que se caracteriza por su alto grado de toxicidad y su dificultad para el transporte debido a su inflamabilidad. Después de años de investigación los científicos estadounidenses han conseguido un nuevo combustible.
La nueva sustancia es un tipo de líquido iónico, una sal constituida por iones que en condiciones ambientales se encuentra en estado líquido. Sus moléculas tienen una carga positiva o negativa que los junta más estrechamente, lo que hace al combustible más estable.
Antes los iones líquidos no producían mucha cantidad de energía pero los científicos creían que tenían potencial como combustible. Sin embargo, hasta ahora la investigación de la Universidad de Lehigh, que empezó en 1970, no había dado resultados concretos. El combustible tiene todas las propiedades deseables de los líquidos iónicos: es menos inflamable y más respetuoso con el medio ambiente. Emite gases inocuos como vapor, hidrógeno y dióxido de carbono.
El combustible ecológico es difícil de prender. Cuando se inflama, arde produciendo temperaturas más altas que los análogos previos. "Ahora necesitamos mejores materiales para motores que puedan manejar las temperaturas que se generan", afirmó Michael Berman, director del programa de la Oficina de la Fuerza Aérea en Arlington, Virginia.
“Existen claras indicaciones de que ha habido un fallo interno en el rotor (...) Es cierto que necesitamos tres rotores de reacción. Pero no diría que Kepler está caído y fuera de operaciones (...) No estamos listos para dar por finalizada la misión”, según sostuvo el responsable de la división de ciencia de la NASA, John Grunsfeld.
El problema se presentó al dejar de funcionar una rueda de reacción que permite al telescopio apuntar hacia una dirección; el fallo fue detectado el martes, cuando el telescopio entró en un modo de seguridad pre programado que empieza a funcionar cuando el observatorio tiene problemas en ubicarse para dónde apuntar.
Era de esperarse el surgimiento de ese problema, ya que otra de sus ruedas se había roto en julio pasado, la que no fue activada desde entonces; el aparato necesita un mínimo de tres ruedas para funcionar adecuadamente.
El Kepler tiene la misión de buscar pruebas de la existencia de planetas similares a la Tierra en los que se den las condiciones de temperatura adecuadas para la existencia de agua líquida.
La misión de 600 millones de dólares fue lanzada en 2009 para la búsqueda de planetas fuera del Sistema Solar; hasta la fecha el telescopio ha encontrado 2700 candidatos, incluido un puñado de planetas que podrían ser habitables, porque no son demasiado fríos ni calientes.
El Kepler, que vigila más de 150.000 estrellas en busca de planetas o candidatos a planetas, se encuentra orbitando el Sol a 64.000 millones de kilómetros de la Tierra. Durante sus primeros años de labor ha detectado 132 planetas más allá de nuestro sistema solar.
La nueva sustancia es un tipo de líquido iónico, una sal constituida por iones que en condiciones ambientales se encuentra en estado líquido. Sus moléculas tienen una carga positiva o negativa que los junta más estrechamente, lo que hace al combustible más estable.
Antes los iones líquidos no producían mucha cantidad de energía pero los científicos creían que tenían potencial como combustible. Sin embargo, hasta ahora la investigación de la Universidad de Lehigh, que empezó en 1970, no había dado resultados concretos. El combustible tiene todas las propiedades deseables de los líquidos iónicos: es menos inflamable y más respetuoso con el medio ambiente. Emite gases inocuos como vapor, hidrógeno y dióxido de carbono.
El combustible ecológico es difícil de prender. Cuando se inflama, arde produciendo temperaturas más altas que los análogos previos. "Ahora necesitamos mejores materiales para motores que puedan manejar las temperaturas que se generan", afirmó Michael Berman, director del programa de la Oficina de la Fuerza Aérea en Arlington, Virginia.
Fallo técnico del telescopio Kepler paraliza su función
El telescopio cazador de
exoplanetas, de la agencia espacial estadounidense NASA, se encuentra
averiado por un fallo técnico que se presentó en una de sus ruedas.
“Existen claras indicaciones de que ha habido un fallo interno en el rotor (...) Es cierto que necesitamos tres rotores de reacción. Pero no diría que Kepler está caído y fuera de operaciones (...) No estamos listos para dar por finalizada la misión”, según sostuvo el responsable de la división de ciencia de la NASA, John Grunsfeld.
El problema se presentó al dejar de funcionar una rueda de reacción que permite al telescopio apuntar hacia una dirección; el fallo fue detectado el martes, cuando el telescopio entró en un modo de seguridad pre programado que empieza a funcionar cuando el observatorio tiene problemas en ubicarse para dónde apuntar.
Era de esperarse el surgimiento de ese problema, ya que otra de sus ruedas se había roto en julio pasado, la que no fue activada desde entonces; el aparato necesita un mínimo de tres ruedas para funcionar adecuadamente.
El Kepler tiene la misión de buscar pruebas de la existencia de planetas similares a la Tierra en los que se den las condiciones de temperatura adecuadas para la existencia de agua líquida.
La misión de 600 millones de dólares fue lanzada en 2009 para la búsqueda de planetas fuera del Sistema Solar; hasta la fecha el telescopio ha encontrado 2700 candidatos, incluido un puñado de planetas que podrían ser habitables, porque no son demasiado fríos ni calientes.
El Kepler, que vigila más de 150.000 estrellas en busca de planetas o candidatos a planetas, se encuentra orbitando el Sol a 64.000 millones de kilómetros de la Tierra. Durante sus primeros años de labor ha detectado 132 planetas más allá de nuestro sistema solar.