Se destinan muchos esfuerzos a la lucha contra el terrorismo, pero en realidad apenas entendemos cómo y por qué se recurre al extremismo, opinan los expertos.
Los países combaten contra los terroristas en varios lugares del mundo. Acaban con unos pero llegan otros, e incluso los gérmenes del terrorismo brotan en el suelo de estos mismos países, como es el caso de los hermanos Tsarnáyev, que estudiaban y trabajaban en EE.UU. y parecían ciudadanos completamente normales.
Cuando se habla de 'terrorismo local o de cosecha propia' ('homegrown terrorism') se trata de los jóvenes musulmanes que viven en los países occidentales y se levantan en su contra. Estos jóvenes viven en culturas ajenas a las suyas, y estas culturas las aceptan en algunos aspectos y en otros no, señala Akbar Ahmed, presidente Ibn Jaldún de Estudios Islámicos en la Universidad Americana de Washington D.C. Ahmed es considerado uno de los mejores especialistas en el islam contemporáneo.
"Oyen cómo se habla de la islamofobia, algunos atacan su religión y el Corán", dice Akbar Ahmed. "Su respuesta no es necesariamente una respuesta islámica, sino cultural. Lo mismo pasa no solo en EE.UU., pasa también en el Reino Unido, donde los jóvenes parecen aceptados, juegan al 'cricket', van a los bares como todos, pero recurren al extremismo".
La educación no garantiza que uno no se convierta en un terrorista, comenta el especialista. Una persona educada no es necesariamente compasiva, sensible y pluralista. El 25% o 30% del personal de las SS en Alemania eran licenciados, pero su educación no los hizo más compasivos con los judíos, recuerda.
Los esfuerzos gastados en la lucha antiterrorista producen muchos nuevos enemigos, señala Akbar Ahmed. Los 'drones', usados para cazar a los extremistas en Oriente Medio, pueden matar a uno, dos o tres terroristas, pero al mismo tiempo mueren centenares de civiles, lo que se confirma con muchos informes, añade.
La sociedad falla en asimilarlos
Cuando se habla de 'terrorismo local o de cosecha propia' ('homegrown terrorism') se trata de los jóvenes musulmanes que viven en los países occidentales y se levantan en su contra. Estos jóvenes viven en culturas ajenas a las suyas, y estas culturas las aceptan en algunos aspectos y en otros no, señala Akbar Ahmed, presidente Ibn Jaldún de Estudios Islámicos en la Universidad Americana de Washington D.C. Ahmed es considerado uno de los mejores especialistas en el islam contemporáneo.
"Oyen cómo se habla de la islamofobia, algunos atacan su religión y el Corán", dice Akbar Ahmed. "Su respuesta no es necesariamente una respuesta islámica, sino cultural. Lo mismo pasa no solo en EE.UU., pasa también en el Reino Unido, donde los jóvenes parecen aceptados, juegan al 'cricket', van a los bares como todos, pero recurren al extremismo".
La educación no garantiza que uno no se convierta en un terrorista, comenta el especialista. Una persona educada no es necesariamente compasiva, sensible y pluralista. El 25% o 30% del personal de las SS en Alemania eran licenciados, pero su educación no los hizo más compasivos con los judíos, recuerda.
Producen más enemigos
Los esfuerzos gastados en la lucha antiterrorista producen muchos nuevos enemigos, señala Akbar Ahmed. Los 'drones', usados para cazar a los extremistas en Oriente Medio, pueden matar a uno, dos o tres terroristas, pero al mismo tiempo mueren centenares de civiles, lo que se confirma con muchos informes, añade.