El Gobierno y el capitalismo corporativo continuarán existiendo mientras la mayoría de la población siga creyendo en las ideas en las que se apoya, algo que no durará mucho.
Es la opinión de Chris Hedges, periodista estadounidense, analista político y premio Pulitzer.
"Tras exponerse al fracaso del capitalismo corporativo y de la globalización, la élite gobernante se pone cada vez más nerviosa. Saben que si las ideas que apoyan su poder mueren, están acabados.
En su artículo para el portal Truthdig el autor recordó que muchas ideas que anteriormente se consideraban verdaderas acabaron por calificarse de falsas o malignas.
En este punto el autor compara el capitalismo con las creencias sobre el poder divino de los reyes, así como con la esclavitud y la servidumbre.
"En tiempos pasados el mundo entero creía que aquellas instituciones eran buenas, justas e inalterables. A medida que los pensadores avanzados cuestionaron aquellas supersticiones y creencias falsas, estas fueron descreditándose. Al fin las instituciones que incorporaban aquellas ideas fueron abolidas", explicó.
El periodista está seguro de que las ideas que respaldan al Estado corporativo están perdiendo rápidamente su eficacia en todo el espectro político. Pero las ideas que están ascendiendo para tomar su lugar todavía son rudimentarias.
"Pero la repugnancia popular hacia la élite es general. La cuestión es qué ideas va a incorporar el pueblo", resaltó Hedges.
La revolución habitualmente estalla por acontecimientos que en circunstancias normales son considerados como actos de injusticia sin sentido o de menor importancia perpetrados por el Estado.
Pero una vez que la yesca de la revuelta se ha acumulado, como lo ha hecho en Estados Unidos, una insignificante chispa enciende fácilmente la rebelión popular.
"Ninguna persona o movimiento puede encender esta mecha. Nadie sabe ni dónde ni cuándo sucederá la erupción. Nadie sabe qué forma tomará. Pero es cierto que ahora una revuelta popular se está acercando", opinó.
Según el periodista, la explosión es inevitable dada la negativa por parte del Estado corporativo para abordar incluso las quejas mínimas de la población, junto con el fracaso absoluto para aliviar la creciente represión estatal, el desempleo crónico y el empleo precario, el yugo de la deuda que pesa sobre la mitad de los estadounidenses, la pérdida de la esperanza y la desesperación general.
"Tras exponerse al fracaso del capitalismo corporativo y de la globalización, la élite gobernante se pone cada vez más nerviosa. Saben que si las ideas que apoyan su poder mueren, están acabados.
Ninguna persona o movimiento puede encender esta mecha. Nadie sabe ni dónde ni cuándo sucederá la erupción. Nadie sabe qué forma tomará. Pero es cierto que ahora una revuelta popular se está acercando"Esta es la razón por la que las voces de disidencia y levantamientos espontáneos como el movimiento Occupy son aplastados sin piedad por el Estado corporativo", escribió.
En su artículo para el portal Truthdig el autor recordó que muchas ideas que anteriormente se consideraban verdaderas acabaron por calificarse de falsas o malignas.
En este punto el autor compara el capitalismo con las creencias sobre el poder divino de los reyes, así como con la esclavitud y la servidumbre.
"En tiempos pasados el mundo entero creía que aquellas instituciones eran buenas, justas e inalterables. A medida que los pensadores avanzados cuestionaron aquellas supersticiones y creencias falsas, estas fueron descreditándose. Al fin las instituciones que incorporaban aquellas ideas fueron abolidas", explicó.
El periodista está seguro de que las ideas que respaldan al Estado corporativo están perdiendo rápidamente su eficacia en todo el espectro político. Pero las ideas que están ascendiendo para tomar su lugar todavía son rudimentarias.
"Pero la repugnancia popular hacia la élite es general. La cuestión es qué ideas va a incorporar el pueblo", resaltó Hedges.
La revolución habitualmente estalla por acontecimientos que en circunstancias normales son considerados como actos de injusticia sin sentido o de menor importancia perpetrados por el Estado.
Pero una vez que la yesca de la revuelta se ha acumulado, como lo ha hecho en Estados Unidos, una insignificante chispa enciende fácilmente la rebelión popular.
"Ninguna persona o movimiento puede encender esta mecha. Nadie sabe ni dónde ni cuándo sucederá la erupción. Nadie sabe qué forma tomará. Pero es cierto que ahora una revuelta popular se está acercando", opinó.
Según el periodista, la explosión es inevitable dada la negativa por parte del Estado corporativo para abordar incluso las quejas mínimas de la población, junto con el fracaso absoluto para aliviar la creciente represión estatal, el desempleo crónico y el empleo precario, el yugo de la deuda que pesa sobre la mitad de los estadounidenses, la pérdida de la esperanza y la desesperación general.