Desde la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. se ve involucrado en la mayoría de los conflictos de Oriente Próximo y su interés principal es el petróleo. Pero especialistas predicen que en unos 15 años podría ceder su influencia en la zona a China.
Hoy en día, para garantizar la continuidad del flujo petrolero, EE.UU. tiene alianzas estratégicas con todos los Estados de Oriente Próximo posibles y tiene desplegadas sus fuerzas militares en la región. La causa palestino-israelí es un punto clave de su política exterior, junto con Siria e Irak. Mientras tanto, los especialistas calculan que para el año 2020 Washington reducirá sus importaciones de crudo de Oriente Próximo a la mitad y para 2030 dejará de comprarlo.
La causa son sus avances en la extracción del petróleo de esquisto bituminoso. Se trata de petróleo no convencional sintético que se produce a partir de esquistos bituminosos mediante diferentes procesos, tipo pirólisis, hidrogenación o disolución térmica. El producto resultante puede ser utilizado como combustible o ser mejorado mediante el agregado de hidrógeno y la eliminación de impurezas como azufre y nitrógeno: los productos refinados pueden ser utilizados para los mismos fines que aquellos obtenidos a partir del petróleo crudo. Pero, ¿qué será de balanza de fuerzas a nivel mundial el día que Washington deje de necesitar el crudo de Oriente Próximo?
EE.UU. no podrá dejar abandonar Oriente Próximo para siempre, ya que el crudo regional seguirá siendo importante para el mercado internacional y Washington tendrá que reaccionar a las alteraciones en los precios causados por los procesos políticos en la zona, opina Gönül Tol, columnista del diario turco 'Aksam'. Sin embargo, insiste en que el nivel de su involucración tanto militar como diplomática en los conflictos locales quedará muy reducido.
La retirada parcial de Washington de la región influirá, en primer lugar, en los Estados del polfo Pérsico, señala la analista. Deberán buscar otro socio estratégico que esté dispuesto a defenderlos de Irán: ninguno de ellos, menos Arabia Saudita, tiene una fuerza armada suficiente para protegerse por sí mismo. Lo más probable es que el país que llene el vacío sea China: su demanda de recursos energéticos siempre está al alza y ya hoy en día refuerza su involucración en los procesos locales, argumenta Tol.
Otro Estado que quedará afectado será Israel. Las fuerzas armadas de EE.UU. sirven actualmente de escudo para Israel frente a Irán y agrupaciones islamistas radicales. El Congreso estadounidense siempre aprueba con unanimidad la ayuda militar a Tel Aviv porque esta defiende también los intereses petroleros estadounidenses, destaca la analista. La caída de la demanda del crudo de Oriente Próximo por un lado dificultará la legitimación de la ayuda a Israel y, por otro lado, aislará al país aún más, comenta.
Otro factor de suma importancia es Irán. Si finalmente cumple con todos los puntos del plan acordado en Ginebra y el boicot en su contra se levanta, la influencia de Teherán en el golfo Pérsico crecerá exponencialmente, lo que supondrá una reconfiguración política completa de toda la región, asegura Tol.
La causa son sus avances en la extracción del petróleo de esquisto bituminoso. Se trata de petróleo no convencional sintético que se produce a partir de esquistos bituminosos mediante diferentes procesos, tipo pirólisis, hidrogenación o disolución térmica. El producto resultante puede ser utilizado como combustible o ser mejorado mediante el agregado de hidrógeno y la eliminación de impurezas como azufre y nitrógeno: los productos refinados pueden ser utilizados para los mismos fines que aquellos obtenidos a partir del petróleo crudo. Pero, ¿qué será de balanza de fuerzas a nivel mundial el día que Washington deje de necesitar el crudo de Oriente Próximo?
EE.UU. no podrá dejar abandonar Oriente Próximo para siempre, ya que el crudo regional seguirá siendo importante para el mercado internacional y Washington tendrá que reaccionar a las alteraciones en los precios causados por los procesos políticos en la zona, opina Gönül Tol, columnista del diario turco 'Aksam'. Sin embargo, insiste en que el nivel de su involucración tanto militar como diplomática en los conflictos locales quedará muy reducido.
La retirada parcial de Washington de la región influirá, en primer lugar, en los Estados del polfo Pérsico, señala la analista. Deberán buscar otro socio estratégico que esté dispuesto a defenderlos de Irán: ninguno de ellos, menos Arabia Saudita, tiene una fuerza armada suficiente para protegerse por sí mismo. Lo más probable es que el país que llene el vacío sea China: su demanda de recursos energéticos siempre está al alza y ya hoy en día refuerza su involucración en los procesos locales, argumenta Tol.
Otro Estado que quedará afectado será Israel. Las fuerzas armadas de EE.UU. sirven actualmente de escudo para Israel frente a Irán y agrupaciones islamistas radicales. El Congreso estadounidense siempre aprueba con unanimidad la ayuda militar a Tel Aviv porque esta defiende también los intereses petroleros estadounidenses, destaca la analista. La caída de la demanda del crudo de Oriente Próximo por un lado dificultará la legitimación de la ayuda a Israel y, por otro lado, aislará al país aún más, comenta.
Otro factor de suma importancia es Irán. Si finalmente cumple con todos los puntos del plan acordado en Ginebra y el boicot en su contra se levanta, la influencia de Teherán en el golfo Pérsico crecerá exponencialmente, lo que supondrá una reconfiguración política completa de toda la región, asegura Tol.