Seguramente,
en los cuarteles de la NASA se habrá escuchado más de un suspiro de
alivio. Hace unos días, la agencia espacial estadounidense admitía en
una rueda de prensa que la sonda Mars Odyssey, encargada de registrar el descenso y aterrizaje del rover Curiosity
el próximo 6 de agosto en un cráter de Marte -una peligrosísima
maniobra de gran precisión- podría ser incapaz de enviar la señal al
encontrarse en una órbita diferente por un fallo técnico. Si esto se
produjera, el vehículo tendría que aterrizar a ciegas y
el mundo no sabría hasta un tiempo después si su último enviado al
Planeta rojo, el más complejo y sofisticiado, ha llegado sano y salvo.
Tendríamos que cruzar los dedos y esperar. Por fortuna, los ingenieros
han sido capaces de recuperar el sistema y recolocarlo en la órbita
correcta, así que, como estaba previsto, la nave podrá confirmar en
directo la llegada del valioso artefacto. Ocurra lo que ocurra, lo
veremos al minuto.
La
participación de Odyssey es esencial. La Mars Science Laboratory, la
nave que porta al Curiosity, podrá enviar información directamente a la
Tierra cuando entre en la atmósfera marciana. Pero justo antes del
aterrizaje, nuestro planeta se encontrará por debajo del horizonte de
Marte desde la perspectiva de la nave espacial, lo que pondrá fin a esa
ruta de comunicación directa. Aquí es donde entra en juego Odyssey.
El
satélite cambió su órbita alrededor del ecuador del planeta por un
fallo técnico. En una órbita distinta, era imposible ver y grabar los
siete minutos de descenso y aterrizaje, siete minutos que
la NASA, debido a su gran riesgo, ha calificado sin remilgos «de
terror». «Es lo más difícil que se haya intentado en la historia de la
exploración planetaria robótica», afirmó en su día John Grunsfeld,
administrador de Ciencia Espacial de la NASA en Washington. Sin una
maniobra de reposición, la sonda hubiera sobrevolado el área de
aterrizaje dos minutos después de la llegada del Curiosity. Sin embargo,
los ingenieros han conseguido dar un pequeño «empujón» a la sonda, de forma que ahora «opera con total normalidad».
Búsqueda de vida
«La
información que estamos recibiendo indica que la maniobra se ha
completado como estaba planeado», ha afirmado Gaylon McSmith, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL)
de la NASA, en Pasadena (California). «Odyssey ha estado trabajando en
Marte más tiempo que cualquier otra nave espacial, por lo que es
conveniente que tenga un papel especial en el apoyo a la llegada del
nuevo rover», ha apuntado. Los otros dos orbitadores de Marte, Mars
Reconnaissance Orbiter y Mars Express, de la Agencia Espacial Europea,
también estarán en condiciones de recibir las transmisiones de radio del
Mars Science Laboratory durante el descenso. Sin embargo, solo Odyssey
podrá retransmitirlo en directo.
Odyssey
llegó a Marte en 2001. Además de realizar sus propias observaciones
científicas, ha servido como un relé de comunicaciones para los rovers
Spirit y Opportunity. También es posible que siga al Curiosity durante
dos años.
El Curiosity llegará a Marte alrededor de las 1:31 (hora de Bogota, Lima, Quito, Panama) del 6 de agosto, como estaba previsto. Descenderá a los pies del monte Sharp, en el centro de cráter Gale. Durante su misión, buscará componentes químicos básicos para la vida.