Una carrera puede cambiar la vida a cualquier deportista. El éxito se juega en cuestión de minutos, a veces segundos, en la pista de atletismo. En el estadio olímpico de Londres ha hecho historia este miércoles Sarah Attar, la primera atleta saudí en participar en unos Juegos Olímpicos.
Los 800 metros recorridos por Attar han servido para derribar una barrera en un país musulmán. El deporte de elite siempre ha sido cuestión de hombres en Arabia Saudí, pero la división ha llegado incluso a los colegios con la prohibición de las clases de educación física en los colegios públicos femeninos. De ahí que la carrera de Attar, vestida de largo en el estadio de Londres, fuese especial.
La
atleta se presentó en la pista sin burka, pero con un pañuelo que le
cubría la cabeza, mangas largas para tapar sus brazos y leggins para no
enseñar sus piernas. Así lo quiso el Comité Olímpico Saudí, que según
informaba semanas atrás The New York Times llegó a pedir a la familia retirar las fotos de Sarah en las que aparecía con prendas «más atrevidas».
Attar
cruzó la meta en la última posición de su serie, pero se llevó la
ovación del público en unos Juegos marcados por las mujeres. Por primera
vez todos los países han llevado a atletas de ambos sexos a la gran
cita del deporte mundial. «Es un honor está aquí para representar a
todas las mujeres de Arabia Saudí. Es un momento histórico, creo que esto hará una gran diferencia,
es un gran paso adelante», relataba tras cruzar la meta Attar,
consciente de que su carrera es una hazaña para millones de personas.
Dos mujeres en Londres
Attar,
que estudia arte en la Universidad de Pepperdine de Malibú
(California), fue la segunda en competir tras la actuación de la judoca Wojdan Ali Seraj Abdulrahim Shaherkani.
El Comité Olímpico Internacional (COI) había cursado una invitación
especial a Shaherkani y Attar después de presionar a Arabia Saudi para
poner fin a la prohibición de la participación femenina.
En
Arabia Saudí, las mujeres tienen un estatus legal inferior al de los
hombres: no les está permitido conducir y necesitan el permiso de un
hombre para poder trabajar, viajar o abrir una cuenta en un banco. Sin
embargo, desde que el trono está ocupado por el rey Abdulá, el Gobierno
ha tomado medidas para que las mujeres reciban una formación mejor y
tengan más oportunidades laborales y ha autorizado que voten en futuras
elecciones municipales, que son los únicos comicios públicos que se
celebran en Arabia Saudí.