Con «La noche más oscura», Kathryn Bigelow
cierra un círculo que se abrió hace más de una década, aunque las
heridas y cicatrices aún están, en muchos casos, sin cerrar ni
cauterizar. La caza y captura del enemigo público número uno fue una
obsesión y un fin que justificó medios turbios, como se demuestra en la película (pese a que «Expediente Anwar» ya denunció los interrogatorios calentitos de la CIA en asuntos terroristas). Como suele suceder en estos casos, el cine no tardó demasiado en reaccionar
ante el impacto del atentado contra las Torres Gemelas, aunque fue bajo
bandera francesa (más bien multinacional) con el filme coral «11’09’’11» (2002), donde destaca el episodio dirigido por Sean Penn e interpretado por un crepuscular Ernest Borgnine. Por su parte, Spike Lee homenajeó a su Nueva York herido en «La última noche», estupendo drama protagonizado por Edward Norton.
El estreno de «La noche más oscura» invita a recordar otras películas surgidas al hilo de Bin Laden y el 11-S. |
Un par de años más tarde, Michael Moore aportó su particular y siempre controvertida visión de la tragedia en «Fahrenheit 9/11» (2004), documental que indagó en las raíces del conflicto, sobre todo en la relación entre Bush y Bin Laden,
y en cómo el ataque terrorista más devastador de la historia moderna
también tuvo lecturas e intereses políticos y económicos. El filme se
alzó con la Palma de Oro del Festival de Cannes en una discutida decisión del presidente del jurado, Quentin Tarantino.
En 2006 llegarían, casi de forma simultánea, «United 93» y «World Trade Center», donde PaulGreengrass y Oliver Stone
respectivamente rinden tributo a las víctimas del atentado de Al Qaeda,
mostrando los variados matices del heroísmo contemporáneo, a veces
emotivo y otras directamente lacrimógeno. Nada que ver, sin embargo, con
el tono de «Postal» (2007), enésima bufonada videojuguetera de Uwe Boll, con polémico tráiler que relata en primerísima persona la colisión contra el WTC, y cuyo lema promocional lo dice todo: «Algunas comedias se pasan de la raya; otras empiezan a partir de ahí».
Poco después, Ridley Scott aprovechó la madeja que rodea al terrorismo moderno y sus múltiples ramificaciones para rodar «Red de mentiras» (2008), un thriller protagonizado por Leonardo DiCaprio y Russell Crowe,
con más capas que un galápago y que dejó un sabor de boca agridulce
ante tanto mareo de perdiz. Tampoco han faltado lecturas «humanas» y más
o menos efectistas sobre la onda expansiva del 11-S, desde «En algún lugar de la memoria» (2007), con Adam Sandler en la piel de un dentista que perdió a su familia en los atentados, hasta «Tan fuerte, tan cerca» (2011),
terapia de grupo con pinceladas fantásticas que llegó a ser nominada al
Oscar a la mejor película el año pasado. Y, ante tanta melaza, el curry
picante de Sacha Baron Cohen en «El dictador» (2012), donde se permite echar unas carcajadas ante la paranoia americana post-traumática, que ya sufrió el protagonista de la india «Mi nombre es Khan», por ejemplo.
PD. No nos olvidamos de la pequeña pantalla, que ha llenado la parrilla de documentales, telefilmes («9/11», «11-S: el origen», «Seguridad nacional»...) y hasta teleseries tan celebradas como «Homeland» o «The Newsroom»,
que dedica a la captura de Bin Laden un episodio cuajado de modélica
ciencia-ficción periodística. Y, aunque nos salgamos del mapa, apuntemos
la repercusión del 11-M en el cine español, desde el poliédrico documental «Todos íbamos en ese tren» (2004) hasta la aclamada «No habrá paz para los malvados» (2011), que demuestra que, a veces, y de chiripa, un clavo malo solo puede ser sacado por otro clavo peor.