La falta de ideas atenta contra la pareja. Ejercicios para evitar el naufragio de una relación.
Es un lugar común recurrir al fuego para describir el estado del
enamoramiento. Pero como en todo fuego –según afirman los expertos– hay
que trabajar para que las brasas se mantengan encendidas y que no se
conviertan en cenizas. Los latinos no parecen ser tan exitosos en
esta hazaña: según fuentes oficiales, la tasa de divorcio creció un 300%
en los últimos 30 años. Y los expertos coinciden en que muchas
relaciones se terminan por falta de esfuerzo a la hora de trabajar en la
pareja. Pero hay esperanzas y hay recetas y todo eso, los trucos y las
estrategias, se renuevan hoy, en una nueva celebración del Día de los
Enamorados.
Un matrimonio mendocino parece haber encontrado la
fórmula mágica. Armando Pizolatto, de 92 años, y María Luisa Musso, de
88, celebraron sus bodas de titanio, equivalentes a 70 años de casados.
Los Pizolatto se casaron en el ‘43 y hoy siguen juntos, compartiendo sus
días con sus tres hijos, siete nietos y nueve bisnietos. Esto fue
posible, según le contaron a Clarín, “gracias a la tolerancia y el amor de uno hacia otro”.
En
tiempos en los que las parejas se juntan, separan y reencuentran sin
mucho rodeo, la historia de los Pizolatto se vuelve sorprendente. Las
crecientes tasas de divorcios demuestran que muchas parejas se rinden
ante el desafío de mantener con vida al amor.
La psicóloga
Evangelina Grapsas explica que el aumento de divorcios tiene que ver con
la estructura de la personalidad de cada individuo, pero también
existen factores de índole “social”: “El avance de la vida acelerada, en
la que no hay lugar para el encuentro, nos impone brevedad en los
vínculos”, dice.
Así, en una sociedad que tiende a lo efímero, se
explica que durante la magia del enamoramiento las relaciones funcionen y
que, cuando las cosas se ponen serias, surjan los problemas. “El
enamoramiento es un estado como de hipnosis en el que se desestiman las
diferencias”, dice Grapsas. “El amor está relacionado con los actos. Por
eso es un trabajo y lo que se produce en dicha labor debe ser cuidado”,
agrega.
Bernardo Stamateas, autor de Emociones
Tóxicas (entre otros títulos) y “gurú” en materia de relaciones
amorosas, afirma que cuando se deja atrás el enamoramiento comienza la
construcción de pareja: una construcción real y compleja. “Una pareja se
construye cuando ambos respetan los proyectos del otro. Surge un
‘yo-tú-nosotros’: somos distintos, nos respetamos, y a la vez hay un
‘nosotros’ que compartimos”, dice.
Y aunque Stamateas admite que
llegar a la rutina es una instancia inevitable en las relaciones
estables, es vital trabajar para que esta “construcción de pareja” no
deje de crecer. “Las parejas sanas mantienen una alta dosis de
creatividad para generar nuevos proyectos. Un pequeño cambio puede pujar
una catarata de nuevas vivencias”, afirma. Según un estudio realizado
por la Universidad de Michigan, el enamoramiento y la pasión tienen una
duración aproximada de dos años. Con lo que, finalizada esta etapa, la
felicidad conyugal no se extingue pero demanda un trabajo consciente por
parte de la pareja.
La psicóloga Sonya Lyubomirsky, de la
Universidad de California, explica en su libro “Los Mitos de la
Felicidad” que para que la relación dure hay que trabajar en que el
sentimiento de la pasión desenfrenada evolucione hacia “un amor
compasivo, compuesto por afecto profundo, conexión y aprecio”.
Una
de las claves de la psicóloga Lyubomirsky está en comprender al otro
porque las que suelen ser diferencias irreconciliables, en verdad son
malos entendidos producto de la falta de diálogo. En su libro retoma
conceptos del psicólogo John M. Gottman, quien concluye en que las
parejas sólo necesitan cinco horas a la semana para lograr una
comunicación efectiva.
Además, el terapeuta sostiene que la
estabilidad de una pareja está ligada a una proporción de 5
interacciones positivas a una negativa. Y habla de ciertos ejercicios
para preservar la armonía: por ejemplo, demostrar interés por los
problemas del otro; dedicar 20 minutos a contarle a la pareja alguna
historia del trabajo; una vez por día, reconocerle a la pareja algo
positivo que haya hecho o alguna cualidad admirable que tenga; también
tocar a la pareja afuera del dormitorio; y una vez por semana, como al
principio de la relación, organizar una cita, una salida al cine, al
teatro o un restaurante, solos los dos.
Quienes aspiren a llegar
al récord de los Pizolatto ya saben la receta: esfuerzo, creatividad y
tolerancia para que el amor perdure en el tiempo.