Tras el paso de la feroz tormenta de nieve, varios millones de personas luchan aún por regresar a la normalidad en toda la franja de la costa nordeste de Estados Unidos. Montañas de nieve, caminos intransitables, zonas costeras inundadas y cortes de electricidad que mantienen a oscuras aún a más de 300 mil consumidores son secuelas de la tormenta que se cobró la vida de 11 personas.
Con vientos huracanados con ráfagas de hasta 150 kilómetros por hora, “Nemo”, como fue bautizado este fenómeno resultante de la convergencia de dos sistemas, barrió todo el corredor norte entre Nueva York y Maine, una populosa zona de más de 40 millones de habitantes que se prepararon para lo peor.
Automóviles en el parking de una concesionaria de Hartford, Connecticut, ayer. El área entre Boston y Nueva York fue la más afectada por la tormenta del fin de semana. |
En la ciudad de Nueva York, donde la tormenta no fue tan inclemente, todavía se observan las huellas del temporal, según contaron a Lucía y Víctor, una pareja de turistas españoles que llegaron a la ciudad de los rascacielos el mismo día del azote de “Nemo”.
Cuentan que “la nieve llega a la rodilla” y que aún hay montones de autos totalmente cubiertos y en muchas calles siguen a la espera de las cuadrillas de limpieza.
“Yo creo que va a tomar bastante tiempo hasta que todo esto esté limpio otra vez”, opinaron.
Sin embargo, la fuerte ventisca no fue tan devastadora como predijeron los meteorólogos, menos si se compara con la que golpeó la misma área en 1978. Entonces hubo casi medio centenar de muertos y tal saldo de destrucción que le costó mucho tiempo a la comunidad regresar a la normalidad.
Hasta ahora, las autoridades le atribuyen a “Nemo” 11 fallecidos, la mayoría en Connecticut, entre ellos un chico de once años que murió por inhalación de monóxido de carbono cuando la nieve tapó el caño de escape del auto en el que se refugió del frío mientras el padre despejaba la entrada de la casa.
A lo largo del fin de semana, otras cientos de personas han tenido que ser rescatadas de sus autos después de horas varados en medio de carreteras heladas, donde fueron atrapados mientras intentaban llegar a algún lugar seguro. Algunos fueron llevados a hospitales con signos de hipotermia.
La fuerte tormenta golpeó con mayor inclemencia a los estados de Massachusetts, Maine, Rhode Island y Connecticut, donde descargó hasta más de un metro de nieve.
El presidente Barack Obama declaró ayer el estado de emergencia para Connecticut y ordenó ayuda oficial para apoyar la respuesta de recuperación en este territorio en el que la mayoría de sus rutas permanece intransitable.
Después de un pico de más de 700 mil consumidores sin energía eléctrica, en la actualidad permanecen aún a oscuras unos 300 mil hogares y negocios, que podrían tardar todavía unos días hasta recibir el servicio.
Limpiar toda la nieve caída está siendo una tarea difícil y lenta que pone a prueba la capacidad de recuperación de muchas ciudades afectadas. Mientras miles de trabajadores de limpieza con vehículos quitanieves tratan de despejar autopistas y carreteras, la mayoría de los residentes intentan dejar despejadas las entradas de sus casas y edificios con palas y equipos mecánicos.
Pero el avance hasta ahora ha sido escaso y todavía permanecen un sinnúmero de vías importantes repletas de hielo.
El tráfico aéreo ya se restableció por completo en todos los aeropuertos de la región, después de que la tormenta obligó al cierre de las terminales del área y a la cancelación de más de 5 mil vuelos.
El servicio de trenes también ha comenzado a funcionar, aunque no ha recuperado su ritmo normal.