A todo el mundo le ha pasado, pero nadie sabe como
responder. Un familiar cercano se une sorprendentemente al mundo de las
redes sociales. Y como es normal, agrega a sus seres queridos. En
ciertas edades, la petición de «amistad» deja desarmado al receptor, que
debe optar entre mostrar una parte de su vida que de otra forma
permanecería en la intimidad o rechazar discretamente la invitación.
Ambas opciones pueden dar lugar a preguntas incomodas. Tanto sobre lo
que decidamos «dejar ver» como sobre ¿por qué lo ocultamos? Lo que está
claro es que las respuestas de «se me pasó» o «no uso mucho el
Facebook», no pueden convencer para siempre.
Cuestión de edades
El momento puede ser más o menos violento según la franja de edad de que estemos hablando. Un estudio de la investigadora de Facebook Moira Burke señala
que cuando los hijos tienen entre 13 y 17 años envían la petición de
amistad motu proprio, en un 65% de los casos. A partir de los 17 años
solo un 40% de la descendencia toma la iniciativa. Y cuando alcanza la
barrera de los 45 años la proporción se equipara y lo normal es que
padres e hijos la envíen por igual. Otro informe de la consultora
Nielsen para AOL
demuestra que el 70% de los padres que tienen cuenta en esta red social
hace llegar a sus hijos una solicitud de amistad. Y lo que es peor, el
40% de los hijos que apretaron el botón «aceptar» volvería a atrás si
pudiera.
Además, este estudio probó que los padres obligan a sus
hijos a aceptar la solicitud de amistad, como condición para poder usar
Facebook en un 41% de los casos. Y lo que es peor, un alto porcentaje de
padres confesó que solo utiliza la red social para «controlar» a sus
hijos.
El otro «yo»
Expertos en redes sociales proponen una alternativa interesante,
para aislar al «yo visible» del «yo real». Creándonos un «Facebook
fachada» o Facebook falso podemos mostrar aquella parte de nuestra vida
que nos parezca oportuna en cada momento a un determinado grupo de
personas. Este Facebook falso debe parecer real. Por ejemplo, hay que agregar a cierta cantidad de personas, añadir fotos y dar muestras de una cierta actividad diaria.
Las ventajas son que podemos tener un control exacto de que
es lo que mostramos. Los inconvenientes a juicio del experto en redes
sociales David Alayón, es que tener una «doble vida» en Facebook «viola
algunas de sus políticas y te arriesgas a que lo eliminen».
Además, si es la familia la que trata de rastrearte, hay que pensar que
«los resultados de búsqueda de Facebook tienen en cuenta una serie de
parámetros» como el número de contactos en común así que igualmente, «si
alguien te busca en Facebook, seguramente tu perfil estará mejor
posicionado que el falso», previene Alayón.
Configurar la privacidad
El propio Facebook ha configurado alternativas para evitar
que este tipo de cosas sucedan. La seguridad puede configurarse a gusto
de todos e incluso se pueden «vetar» algunas informaciones a personas
concretas. Según explica David Alayón, Facebook permite «meter a todo el
mundo en un grupo o lista general y a la gente "delicada" en otro». De
esta manera, cuando vayas a publicar, «siempre puedes elegir una lista
que serán aquellos que verán ese mensaje en el muro».