Los usuarios de Internet consideran que toda persona tiene derecho al olvido digital, pero borrar su pasado del ciberespacio se ha vuelto una tarea casi imposible. Y es que los buscadores siguen mostrando contenidos aunque sean comprometedores.
Cada minuto se producen dos millones de búsquedas en todo el mundo. Se envían más de 200 millones de correos electrónicos. Se accede a casi 280.000 perfiles de Facebook. Se mandan 100.000 tuits. Es decir: vivimos en un universo de información y comunicación plagado de datos, identidades, localizaciones, etcétera.
"Esta es la última frontera de la libertad de la gente, una vez que perdamos la privacidad y los datos estén en manos de los Estados Unidos, de los países, de empresas, vamos a perder nuestra libertad. Todo lo que se pueda hacer, en el intento de que la persona proteja su intimidad, será poco", subraya Jorge Badiola, presidente de la fundación Protección de Datos.
Con solo un nombre y un buscador podemos encontrar datos personales, multas, sanciones, o por ejemplo, un pasado comprometedor que se perpetúa en la red. Una deuda con la seguridad social de hace 15 años y que ya está resuelta aún persigue en Internet a Mario.
"En su momento era un problema profesional porque yo me dedicaba a la gestión de empresas y de alguna manera me decían: 'oye, ¿cómo puedes gestionar mi empresa si tú tienes esto?'. Y yo tenía que dar explicaciones: que esto es una cosa personal, que estaba casado y que la deuda ya está saldada. Tenía que dar siempre una explicación de toda mi vida", lamenta Mario Costeja.
Mario pidió a Google que dejara de enlazar la noticia, pero la compañía se negó. La Agencia de Protección de Datos española le dio la razón, ya que es una información —aseguraron— "obsoleta" y "sin interés público". Sin embargo, aunque no hay aún una sentencia firme, la justicia Europea considera que el buscador estadounidense no es responsable de los contenidos que enlaza.
"Evidentemente el derecho fundamental a la protección de datos no es absoluto. Hay otros derechos como el derecho a la información, a la libertad de expresión, que tienen que ser tenidos en cuenta. Muchas veces prevalece el derecho a la información sobre el de protección de datos", explica el abogado David González.
Bruselas prepara ahora una nueva normativa que incluya el derecho al olvido en Internet. No está regulado como tal, pero sí podemos pedir la cancelación o rectificación de nuestros datos. Y de aquí ha nacido un negocio. Si la ley no da la razón, pueden crear lo que se conoce como una 'reputación on-line positiva'. La información que no queremos queda relegada en el buscador a las últimas posiciones.
Borrar el pasado, arrepentirse de un comentario, rectificar una equivocación u olvidar, parece mucho más complicado en Internet que en la vida real. Las leyes de protección de datos nos garantizan, en principio, la intimidad y la privacidad, pero desaparecer completamente y para siempre de la Red no es posible.
"Esta es la última frontera de la libertad de la gente, una vez que perdamos la privacidad y los datos estén en manos de los Estados Unidos, de los países, de empresas, vamos a perder nuestra libertad. Todo lo que se pueda hacer, en el intento de que la persona proteja su intimidad, será poco", subraya Jorge Badiola, presidente de la fundación Protección de Datos.
Con solo un nombre y un buscador podemos encontrar datos personales, multas, sanciones, o por ejemplo, un pasado comprometedor que se perpetúa en la red. Una deuda con la seguridad social de hace 15 años y que ya está resuelta aún persigue en Internet a Mario.
"En su momento era un problema profesional porque yo me dedicaba a la gestión de empresas y de alguna manera me decían: 'oye, ¿cómo puedes gestionar mi empresa si tú tienes esto?'. Y yo tenía que dar explicaciones: que esto es una cosa personal, que estaba casado y que la deuda ya está saldada. Tenía que dar siempre una explicación de toda mi vida", lamenta Mario Costeja.
Mario pidió a Google que dejara de enlazar la noticia, pero la compañía se negó. La Agencia de Protección de Datos española le dio la razón, ya que es una información —aseguraron— "obsoleta" y "sin interés público". Sin embargo, aunque no hay aún una sentencia firme, la justicia Europea considera que el buscador estadounidense no es responsable de los contenidos que enlaza.
"Evidentemente el derecho fundamental a la protección de datos no es absoluto. Hay otros derechos como el derecho a la información, a la libertad de expresión, que tienen que ser tenidos en cuenta. Muchas veces prevalece el derecho a la información sobre el de protección de datos", explica el abogado David González.
Bruselas prepara ahora una nueva normativa que incluya el derecho al olvido en Internet. No está regulado como tal, pero sí podemos pedir la cancelación o rectificación de nuestros datos. Y de aquí ha nacido un negocio. Si la ley no da la razón, pueden crear lo que se conoce como una 'reputación on-line positiva'. La información que no queremos queda relegada en el buscador a las últimas posiciones.
Borrar el pasado, arrepentirse de un comentario, rectificar una equivocación u olvidar, parece mucho más complicado en Internet que en la vida real. Las leyes de protección de datos nos garantizan, en principio, la intimidad y la privacidad, pero desaparecer completamente y para siempre de la Red no es posible.