La Comisión Europea podría suspender el acuerdo con EE.UU. de intercambio de datos sobre financiamiento de presuntos terroristas. Así lo dijo la comisaria de Asuntos de Interior de la Comisión, Cecilia Malmström, ante el Parlamento Europeo.
El acuerdo, llamado Programa de Rastreo de Financiación Terrorista (Terrorist Finance Tracking Program), fue firmado en 2010 e implica que las fuerzas antiterroristas de EE.UU. puedan examinar de forma no sistemática los movimientos bancarios sospechosos dentro de la UE a través del sistema mundial interbancario SWIFT.
La advertencia de Malmström tiene como fondo el conflicto por la recopilación de información bancaria de clientes europeos por parte de la NSA revelado por Edward Snowden. Malmström declaró que las explicaciones dadas por EE.UU. acerca de la recopilación de datos no son suficientes y, en caso de que se confirme que EE.UU. violaba las condiciones del acuerdo, el funcionamiento de dicho acuerdo se suspenderá.
Este nuevo escándalo hará poco para poner fin al espionaje, cree el investigador de conspiraciones y bloguero José Luis Camacho. "Bajo el pretexto del terrorismo se han ejecutado muchas leyes y, por supuesto, se ha pasado por encima de muchos tratados. Muchos acuerdos que estaban vinculados a una cooperación han sido sencillamente capturados o secuestrados por EE.UU. (…) y utilizados de manera indiscriminada", sostiene Camacho.
"Esta ruptura de acuerdo no llegará a ninguna parte", opina. "Al final se van a poner paños calientes, nada sucederá, imagino. El espionaje se seguirá produciendo, por supuesto, de manera más sucinta, intentarán que no se les escape ningún Snowden más".
"Hay que tener en cuenta algo: si estas cosas se producen por encima de las leyes y la democracia internacional, es que hay una serie de fuerzas y poderes que sobrepasan los propios poderes políticos y democráticos", asegura el experto. "Lo hacen, lo han hecho y lo seguirán haciendo".
La advertencia de Malmström tiene como fondo el conflicto por la recopilación de información bancaria de clientes europeos por parte de la NSA revelado por Edward Snowden. Malmström declaró que las explicaciones dadas por EE.UU. acerca de la recopilación de datos no son suficientes y, en caso de que se confirme que EE.UU. violaba las condiciones del acuerdo, el funcionamiento de dicho acuerdo se suspenderá.
Este nuevo escándalo hará poco para poner fin al espionaje, cree el investigador de conspiraciones y bloguero José Luis Camacho. "Bajo el pretexto del terrorismo se han ejecutado muchas leyes y, por supuesto, se ha pasado por encima de muchos tratados. Muchos acuerdos que estaban vinculados a una cooperación han sido sencillamente capturados o secuestrados por EE.UU. (…) y utilizados de manera indiscriminada", sostiene Camacho.
"Esta ruptura de acuerdo no llegará a ninguna parte", opina. "Al final se van a poner paños calientes, nada sucederá, imagino. El espionaje se seguirá produciendo, por supuesto, de manera más sucinta, intentarán que no se les escape ningún Snowden más".
"Hay que tener en cuenta algo: si estas cosas se producen por encima de las leyes y la democracia internacional, es que hay una serie de fuerzas y poderes que sobrepasan los propios poderes políticos y democráticos", asegura el experto. "Lo hacen, lo han hecho y lo seguirán haciendo".
La crisis de la UE, fruto de interrupciones de capital como las que encumbraron a Hitler
El tratamiento duro de Alemania hacia países con problemas no está justificado, ya que la locomotora de Europa estaba en crisis a finales de los años 20 del siglo XX cuando se produjo un cese repentino de financiación externa.
Según el sitio ruso Finmarket.ru, desde 2001 hasta 2008 la mitad de Europa recibió capital desde otras partes del continente y otros países. En 2009 el proceso se detuvo y estalló la crisis en Europa.
Esto ya había sucedido en otra ocasión: justo antes de la Gran Depresión, destaca el conocido economista estadounidense Barry Eichengreen, de la Universidad de California en Berkeley, y su colega Olivier Accominotti, de la London School of Economics.
Los economistas encontraron una gran cantidad de paralelismos entre la crisis de la deuda actual y la crisis de la deuda que afectó a Europa en el periodo de entreguerras, como por ejemplo:
En ambas crisis hubo una gran afluencia de capital de una parte de Europa a otra, así como de otras partes del mundo.
En ambos casos los acreedores rechazaron el riesgo de crecimiento de la deuda pública y la solvencia de los prestatarios durante el periodo de auge.
En ambas crisis los países más afectados fueron los que recibieron el capital.
El mayor impacto sobre la financiación de los países lo tienen las condiciones externas: costes del crédito y riesgos.
De 1924 a 1928 una parte de Europa recibió una gran afluencia de capitales de otras partes del mundo.
En 1929 los países receptores sufrieron una parada inesperada de financiación. Entonces comenzó la crisis económica y financiera.
En 1927 hubo una interrupción repentina de los flujos de capital hacia Europa central.
En los años 1919-1932 entre los países se vendían bonos a largo plazo en Europa de millones de dólares.
Desde 1924 las exportaciones de capital en Europa comenzaron a aumentar fuertemente y alcanzaron su punto máximo en 1927.
En 1929 la emisión de nuevos títulos se redujo en 64 % en términos reales.
En 1930 los movimientos de capitales se recuperaron un poco gracias al Plan Young sobre reparación de Alemania, pero luego la exportación de capital cayó de nuevo. Todos los centros financieros europeos se involucraron en la caída. Como hace casi 100 años, ahora hay un gran déficit de cuenta corriente.
En 1927 el déficit acumulado en Alemania, Austria y Hungría fue de aproximadamente el 5 % de su PIB combinado. Esta cifra es ligeramente menor que el déficit combinado en cuenta corriente de Grecia, Irlanda, España y Portugal en 2008, alrededor del 6,7 %. Después de una parada inesperada de financiación, la cuenta corriente de los países de Europa Central a finales de los 20 bajó un 6 % del PIB.
Entre 2008 y 2011 la deuda por cuenta corriente acumulada de los cuatro países del sur de Europa se redujo en un 3,2 % de su PIB total. En 2012 el déficit de cuenta corriente de estos países siguió disminuyendo.
Esto ya había sucedido en otra ocasión: justo antes de la Gran Depresión, destaca el conocido economista estadounidense Barry Eichengreen, de la Universidad de California en Berkeley, y su colega Olivier Accominotti, de la London School of Economics.
Los economistas encontraron una gran cantidad de paralelismos entre la crisis de la deuda actual y la crisis de la deuda que afectó a Europa en el periodo de entreguerras, como por ejemplo:
En ambas crisis hubo una gran afluencia de capital de una parte de Europa a otra, así como de otras partes del mundo.
En ambos casos los acreedores rechazaron el riesgo de crecimiento de la deuda pública y la solvencia de los prestatarios durante el periodo de auge.
En ambas crisis los países más afectados fueron los que recibieron el capital.
El mayor impacto sobre la financiación de los países lo tienen las condiciones externas: costes del crédito y riesgos.
Depresión alemana
De 1924 a 1928 una parte de Europa recibió una gran afluencia de capitales de otras partes del mundo.
En 1929 los países receptores sufrieron una parada inesperada de financiación. Entonces comenzó la crisis económica y financiera.
En 1927 hubo una interrupción repentina de los flujos de capital hacia Europa central.
En los años 1919-1932 entre los países se vendían bonos a largo plazo en Europa de millones de dólares.
Desde 1924 las exportaciones de capital en Europa comenzaron a aumentar fuertemente y alcanzaron su punto máximo en 1927.
En 1929 la emisión de nuevos títulos se redujo en 64 % en términos reales.
En 1930 los movimientos de capitales se recuperaron un poco gracias al Plan Young sobre reparación de Alemania, pero luego la exportación de capital cayó de nuevo. Todos los centros financieros europeos se involucraron en la caída. Como hace casi 100 años, ahora hay un gran déficit de cuenta corriente.
En 1927 el déficit acumulado en Alemania, Austria y Hungría fue de aproximadamente el 5 % de su PIB combinado. Esta cifra es ligeramente menor que el déficit combinado en cuenta corriente de Grecia, Irlanda, España y Portugal en 2008, alrededor del 6,7 %. Después de una parada inesperada de financiación, la cuenta corriente de los países de Europa Central a finales de los 20 bajó un 6 % del PIB.
Entre 2008 y 2011 la deuda por cuenta corriente acumulada de los cuatro países del sur de Europa se redujo en un 3,2 % de su PIB total. En 2012 el déficit de cuenta corriente de estos países siguió disminuyendo.