Nadie esperaba nada especial de Polonia
cuando en el año 2004 pasó a formar parte del alto club europeo. Es
cierto que tenía un crecimiento económico moderado y una industria
pujante, pero la economía polaca ni siquiera cumplía los criterios de convergencia económica dictados por Maastricht y
por lo tanto no podía adoptar la moneda euro. Tendría que esperar un
poco más hasta que su moneda fuera considerada lo suficientemente
estable.
Gracias a que la dejaron fuera de
juego, la modesta economía polaca apenas sintió la quiebra de Lehman
Brothers y cuando la crisis económica se hizo global y en media Europa se cocinaba el cocktail perfecto de la recesión, Polonia comenzó a crecer a un ritmo imparable. Se calcula que de 2008 a 2011 la economía de la ex potencia comunista se disparó un 15,8%. ¿Su secreto? Polonia todavía era dueña de sí misma.
Económicamente libre
Gracias
a su doble condición, Polonia se ahorró el lado amargo de pertenecer a
la eurozona. Por una parte, formaba parte de la Unión Europea y se benefició de hasta 37.000 millones de euros del fondo de cohesión europeo desde 2007, el equivalente al 10% de su PIB.
Por otra, al quedarse fuera de la Unión Económica, no tuvo que poner ni un solo céntimo en los rescates que se concedieron a Grecia, Portugal o Irlanda. Tampoco tuvo que aplicar políticas de austeridad, ni ajustes.
Con 38 millones de habitantes, los polacos podían fácilmente vivir de sí mismos. Apostaron por un consumo interior muy fuerte, un sistema semi-proteccionista, que les ayudó a ser cada vez menos dependientes del exterior. Ante «la desaceleración europea, Polonia tuvo margen de maniobra para absorber el choque», explica la OCDE al diario «Le Monde».
¿Dispuesto a adoptar el euro?
Pero Polonia no podía vivir aislada en una burbuja para siempre. Los efectos de la crisis de la eurozona comienzan a salpicar a la próspera economía polaca y el euroescepticismo se hace patente.
Cuando
llegó el momento, Polonia pudo depreciar su moneda para venderle más
barato a la empobrecida Europa. Se calcula que hasta un 78% de las
exportaciones polacas tienen como destino la Unión Europea, de las
cuales una cuarta parte se dirigen a Alemania. Ahora que la crisis también alcanza a la economía germana, la balanza comercial polaca padece las consecuencias.
La tasa de desempleo subió en Polonia el pasado diciembre hasta el 13,4%, lo que supone un repunte del 0,9% en términos interanuales. «Cada vez se oye hablar más de despidos masivos. En la fábrica FIAT se van a despedir a casa 1.500 personas y en el sector bancario más de 500 lo han perdido o van a perderlo», explica Ewa Sobolewska, una estudiante polaca.
En el último año Polonia creció solo un 2%, cifras por las que España mataría, pero que allí suponen casi una «mini recesión». Pero, ¿buscan culpables?
«Los polacos siempre han estado divididos respecto a la economía europea. Viendo la crisis que la UE está sufriendo, creo que la gente poco a poco deja de creer en el concepto de la Europa unida», asegura Sobolewska.
Polonia debería haber adoptado el euro en el año 2012, y aunque es cierto que aun no cumple algunos de los requisitos de Maastritch, en general ahora son los polacos los que dicen «no gracias». Las encuestas muestran que menos de un tercio de la población está a favor de abandonar el zloty.
«Polonia
debe estar preparada para el euro y el Gobierno debe concentrarse en
ello», dijo hace pocos días el presidente polaco Bronislaw Komorowski.
«Según los cálculos llevados a cabo por el Gobierno, el 1 de enero de 2016 es una fecha realista para el acceso de Polonia a la zona euro», pronosticó recientemente Roman Kuzniar, asesor del Gobierno e importante politólogo.
«Debemos recordar que cuanto más tardemos en hacerlo, será más duro, porque la zona euro se habrá construido a sí misma. Habrá más criterios y más tratados que ratificar dentro de cinco, seis o siete años», añadía en declaraciones recogidas por el diario «Polska Viva».
Pero por mucha prisa que tenga la clase política, el cambio a la moneda única queda todavía muy lejos para los polacos. A estas alturas es difícil convencerles de que con el euro estarían mejor.