Durante la pasada semana cuatro asteroides se han acercado a nuestro planeta,
uno de ellos de 40 metros de ancho. La primera “visita” fue el lunes 4 y
la última, por el momento, el domingo 10. Un ritmo que, según los
investigadores, es completamente normal pero que, a diferencia de lo que
ocurre habitualmente, es seguido ahora muy de cerca por los medios de comunicación.
Algunos científicos consideran nuestro sistema solar como
una especie de “campo de tiro cósmico". El encuentro más significativo
de nuestro planeta con una roca espacial ocurrió el sábado pasado. El
asteroide 2013 ET pasó a 965.606 kilómetros de la Tierra,
aproximadamente 2,5 veces la distancia entre nuestro planeta y el Sol.
Según las primeras estimaciones, su tamaño alcanzaba los 140 metros de diámetro,
pero las últimas observaciones de la NASA lo rebajan hasta los 40
metros. Fue descubierto el pasado 3 de marzo por investigadores de la
Universidad de Arizona.
El mismo sábado, otro asteroide más pequeño, de nombre 2013 EC20 y localizado apenas dos días antes,
se acercaba todavía más a la Tierra. Pasó a una distancia de 150.000
km, menos de la mitad de lo que nos separa de la Luna. Tenía 7 metros de
diámetro.
Si el primero de los dos asteroides (2013 ET) hubiera
alcanzado la Tierra podría haber destruido una gran ciudad. En 1908 otro
cuerpo espacial del mismo tamaño penetró en la atmósfera sobre Siberia,
en lo que se conoce como “incidente Tunguska”, y arrasó por completo
bosques en una zona de 2.140 kilómetros cuadrados.
Los otros dos visitantes de la última semana fueron el asteroide 2013 CE y el 2013 EN20,
que llegaron el lunes y el domingo, respectivamente. El 2013 CE, con 12
metros de ancho, pasó a 383.000 kilómetros, casi la misma distancia que
hay entre la Tierra y la Luna. Fue descubierto dos días antes de su
máxima aproximación por el astrofísico italiano Gianluca Masi. Más allá
de la órbita lunar cruzó el 2013 EN20, con sus 23 metros de diámetro.
La caída de un meteorito el 15 de febrero en la ciudad rusa de Chelyabinsk
ha encendido las alarmas en la comunidad científica, pues se trata del
mayor impacto sufrido en la Tierra por un fenómeno de esta naturaleza en
los últimos cien años. Con sus15 metros de diámetro en el momento de su
entrada en la atmósfera, tenía una masa de 7.000 toneladas y liberó
energía equivalente a 500 kilotones. Hirió a 1.200 personas y provocó
importantes daños en los edificios de la ciudad.
A pesar de las apariencias, sin embargo, no está sucediendo nada que resulte extraordinario o
que se salga de lo que es normal. Científicos de la NASA y astrónomos
de todo el mundo exploran de manera contínua el cielo en busca de rocas
errantes que puedan suponer una amenaza para nosotros. Y son muchos los
asteroides que pasan más o menos cerca de la Tierra sin que, por ahora,
podamos detectarlos.
El caso del meteorito de Chelyabinsk ha
logrado concentrar la atención mundial sobre esta clase de episodios,
pero la NASA asegura que no hay ninguna razón (por lo menos ninguna
diferente de las de los últimos años) para preocuparse. Lejos de los
ojos de cualquier telescopio, en efecto, cerca de 100 toneladas de
material cósmico penetran cada día a través de la atmósfera sin causar
ningún tipo de daño.