¿Cuál es el origen de la vida en la Tierra? La cuestión,
que atormenta a los científicos desde hace siglos, podría estar ahora
más cerca de resolverse tras un experimento llevado a cabo por químicos
de la Universidades de California y Hawaii y que muestra, en una
simulación informática, cómo los complejos "ladrillos de la vida" pueden formarse entre el helado polvo interplanetario que flota en el espacio y ser transportados después a otros lugares, como la Tierra, dando origen a la vida. El estudio se publicará el 10 de marzo en The Astrophysical Journal.
Los investigadores, en efecto, han conseguido demostrar que
en el gélido e inhóspito ambiente espacial se dan las condiciones
necesarias para que se formen moléculas complejas, como dipéptidos (parejas de aminoácidos entrelazados), un componente esencial que comparten todos y cada uno de los seres vivos que conocemos.
El hallazgo abre la puerta a la posibilidad de que, tras su formación, esas moléculas fueran transportadas hasta la Tierra por un cometa o asteroide para,
una vez aquí, iniciar el ensamblaje de proteínas, enzimas y otras
moléculas aún más complejas, como los azúcares, todas ellas necesarias
para la vida.
"Resulta fascinante -afirma Richard Mathies, químico de la
Universidad de California en Berkeley y coautor del estudio- considerar
que los ladrillos bioquímicos más básicos que forman la vida terrestre
tengan un origen extraterrestre".
A pesar de que muchos investigadores han descubierto ya
moléculas orgánicas básicas (como aminoácidos) en numerosos meteoritos
caídos a la Tierra, ninguno de ellos había sido capaz de encontrar en
estas rocas venidas del espacio estructuras moleculares más complejas y
que fueron absolutamente necesarias para poner en marcha el mecanismo de
la vida en nuestro mundo. Por eso, los investigadores han asumido hasta
ahora que la química compleja que subyace al origen de la vida debió de
originarse, por fuerza, en los primitivos océanos terrestres.
Una bola helada
Sin embargo, las cosas no tuvieron necesariamente que
suceder así. En una cámara de vacío enfriada apenas unos grados por
encima del cero absoluto (-273 grados, la temperatura más fría posible)
los investigadores Seol Kim y Ralf Kaiser, del equipo de la Universidad
de Hawaii, simularon una bola de hielo en el espacio que contenía, entre
otros elementos, dióxido de carbono, amoniaco y varios hidrocarburos
como metano, etano y propano. Elementos todos que se dan con abundancia
en el medio espacial.
El paso siguiente fue bombardear esa bola helada con
electrones de alta energía que simulaban los rayos cósmicos que abundan
en el espacio real. El resultado fue que los elementos químicos
empezaron a reaccionar formando compuestos orgánicos complejos,
fundamentalmente dipéptidos, esenciales para la vida.
Los investigadores analizaron después los residuos
orgánicos con el Mars Organic Analyzer, un complejo instrumento
específicamente diseñado para identificar diminutas moléculas orgánicas
en el Sistema Solar. Y ese análisis reveló la presencia de moléculas complejas
(nueve aminoácidos diferentes y por lo menos dos dipéptidos) capaces de
catalizar la evolución biológica en un planeta como la Tierra.