La circuncisión puede proteger a los varones de padecer ciertas
enfermedades de transmisión sexual. Estas infecciones podrían estar
detrás de ciertos casos de cáncer de próstata; ergo... ¿los varones circuncidados están más protegidos contra este tipo tumor? Un grupo de investigadores estadounidenses se planteó esta hipótesis y la respuesta es afirmativa.
El papel de ciertos virus en algunos casos de cáncer está más que establecido. Es así, por ejemplo, para el papilomavirus humano que desencadena el cáncer de cuello de útero en las mujeres. En el caso de los varones, ciertas evidencias sugieren que las infecciones de transmisión sexual son capaces de ocasionar una inflamación crónica de los tejidos, es decir, un entorno favorable para que se desarrollen las células tumorales.
El prepucio (que recubre el glande) es un tipo de tejido rico en células inmunes, más vulnerables a las infecciones. Además, es fácil que se produzcan pequeños desgarros a través de los cuales ciertos virus pueden acceder al organismo. De hecho, desde 2007, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la circuncisión como método para prevenir nuevos casos de VIH, después de que varios estudios hayan demostrado su utilidad. Sin embargo, su papel en la prevención del cáncer prostático no se había abordado hasta ahora.
Para su estudio analizaron a 3.399 varones; cerca de la mitad de ellos sanos y, el resto, diagnosticados con cáncer de próstata. Según su análisis, aquellos que habían sido circuncidados antes de su primera relación sexual tenían un 15% menos de riesgo de cáncer que los varones que mantenían su prepucio intacto.
Esta protección derivada de la circuncisión se mantuvo tanto para los casos de cáncer de próstata más benignos (12% menos de riesgo) como para los tumores más agresivos (18% de reducción). Sin embargo, no fue así para quienes habían sido circuncidados después de su debut sexual. "Creemos que esta cirugía resulta protectora en aquellos casos de cáncer en los que existe un mecanismo infeccioso a través de la vía sexual", resume Wright, "de manera que después de la primera relación sexual, la circuncisión no tendría este efecto puesto que el contacto con el agente infeccioso ya se habría producido".
Jesús García Mata, miembro de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), considera que el estudio es interesante, "aunque habrá que seguir estudiando el papel de las infecciones genitourinarias en el cáncer de próstata". Según el jefe del servicio de Oncología del Complejo Hospitalario de Orense, la reducción del 15% de riesgo que se observa en el estudio es importante teniendo en cuenta que el cáncer de próstata es una patología frecuente en varones.
No obstante, Rogelio González Sarmiento, del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca (CIC), es cauto en su interpretación. "Aunque las diferencias son significativas, no queda claro si se pueden atribuir a la circuncisión o a la infección", explica a ELMUNDO.es.
Por otra parte, añade, "dependiendo de los programas de detección precoz, la población que se incluye en este tipo de investigaciones no siempre es homogénea. Además, en estos estudios influyen los hábitos sexuales e higiénicos de las diferentes poblaciones, por lo que estos resultados no son extrapolables". El propio autor es cauto en sus palabras con este periódico: "Son resultados observacionales, podemos sugerir los mecanismos, pero no probar la causalidad".
De hecho, el estudio no aborda en profundidad los mecanismos por los que esta cirugía, que consiste en retirar el prepucio del pene, podría proteger contra el cáncer. "Aunque se trata de un trabajo observacional, los datos sugieren un mecanismo biológico plausible"; de hecho, citan numerosos trabajos en los que se demuestra que algunos virus e infecciones son capaces de generar una respuesta inflamatoria en los tejidos que crea un entorno favorable para las células malignas. Se calcula, por ejemplo, que los virus están detrás del 17% de los diagnósticos.
Por ejemplo, algunos virus son capaces de generar cambios malignos directamente en las células, integrándose en su ADN. En otros casos, "alteran el microambiente de los tejidos, generando daños oxidativos y favoreciendo la proliferación celular que da origen a un tumor", explican.
El papel de ciertos virus en algunos casos de cáncer está más que establecido. Es así, por ejemplo, para el papilomavirus humano que desencadena el cáncer de cuello de útero en las mujeres. En el caso de los varones, ciertas evidencias sugieren que las infecciones de transmisión sexual son capaces de ocasionar una inflamación crónica de los tejidos, es decir, un entorno favorable para que se desarrollen las células tumorales.
El prepucio (que recubre el glande) es un tipo de tejido rico en células inmunes, más vulnerables a las infecciones. Además, es fácil que se produzcan pequeños desgarros a través de los cuales ciertos virus pueden acceder al organismo. De hecho, desde 2007, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la circuncisión como método para prevenir nuevos casos de VIH, después de que varios estudios hayan demostrado su utilidad. Sin embargo, su papel en la prevención del cáncer prostático no se había abordado hasta ahora.
Antes del debut sexual
Por eso, el equipo dirigido por Jonathan Wright, del centro de cáncer Fred Hutchinson de Washington (EEUU), llevó a cabo un amplio análisis para comprobar si la circuncisión otorga a los varones cierta protección antitumoral (precisamente porque reduce su incidencia de infecciones). Sus resultados se publican en la revista 'Cancer'.
Para su estudio analizaron a 3.399 varones; cerca de la mitad de ellos sanos y, el resto, diagnosticados con cáncer de próstata. Según su análisis, aquellos que habían sido circuncidados antes de su primera relación sexual tenían un 15% menos de riesgo de cáncer que los varones que mantenían su prepucio intacto.
Esta protección derivada de la circuncisión se mantuvo tanto para los casos de cáncer de próstata más benignos (12% menos de riesgo) como para los tumores más agresivos (18% de reducción). Sin embargo, no fue así para quienes habían sido circuncidados después de su debut sexual. "Creemos que esta cirugía resulta protectora en aquellos casos de cáncer en los que existe un mecanismo infeccioso a través de la vía sexual", resume Wright, "de manera que después de la primera relación sexual, la circuncisión no tendría este efecto puesto que el contacto con el agente infeccioso ya se habría producido".
Jesús García Mata, miembro de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), considera que el estudio es interesante, "aunque habrá que seguir estudiando el papel de las infecciones genitourinarias en el cáncer de próstata". Según el jefe del servicio de Oncología del Complejo Hospitalario de Orense, la reducción del 15% de riesgo que se observa en el estudio es importante teniendo en cuenta que el cáncer de próstata es una patología frecuente en varones.
No obstante, Rogelio González Sarmiento, del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca (CIC), es cauto en su interpretación. "Aunque las diferencias son significativas, no queda claro si se pueden atribuir a la circuncisión o a la infección", explica a ELMUNDO.es.
Por otra parte, añade, "dependiendo de los programas de detección precoz, la población que se incluye en este tipo de investigaciones no siempre es homogénea. Además, en estos estudios influyen los hábitos sexuales e higiénicos de las diferentes poblaciones, por lo que estos resultados no son extrapolables". El propio autor es cauto en sus palabras con este periódico: "Son resultados observacionales, podemos sugerir los mecanismos, pero no probar la causalidad".
De hecho, el estudio no aborda en profundidad los mecanismos por los que esta cirugía, que consiste en retirar el prepucio del pene, podría proteger contra el cáncer. "Aunque se trata de un trabajo observacional, los datos sugieren un mecanismo biológico plausible"; de hecho, citan numerosos trabajos en los que se demuestra que algunos virus e infecciones son capaces de generar una respuesta inflamatoria en los tejidos que crea un entorno favorable para las células malignas. Se calcula, por ejemplo, que los virus están detrás del 17% de los diagnósticos.
Por ejemplo, algunos virus son capaces de generar cambios malignos directamente en las células, integrándose en su ADN. En otros casos, "alteran el microambiente de los tejidos, generando daños oxidativos y favoreciendo la proliferación celular que da origen a un tumor", explican.