Es la segunda causa de muerte en el mundo y la primera de discapacidad. Hasta los 75 años, afecta por igual a ambos géneros. Sin embargo, la mortalidad es mucho mayor en el femenino. ¿Las razones? El impacto del ataque es mayor en términos de secuelas, la tasa de recurrencia es mayor y tienen más factores de riesgo.
El ataque cerebral es la segunda causa de muerte en el mundo y la
primera de discapacidad. Si bien hasta los 75 años afecta en forma
similar a hombres y mujeres, a partir de esa edad comienza a ser más
frecuente en el sexo femenino.
En los últimos años se ha notado
una sensible disminución de la mortalidad por ataques cerebrales en los
hombres, pero a pesar de los progresos logrados en cuanto a prevención y
tratamiento no ha habido cambios en las tasas de mortalidad para las
mujeres. De hecho, el 67% de las muertes por enfermedad cerebrovascular
ocurre en el género femenino.
Por otro lado, también el impacto
del ataque cerebral es mayor en la mujer en términos de secuelas. Ellas
suelen tener más depresión,
más demencia, más limitación física y más
restricciones en sus actividades de la vida diaria que los hombres.
Estas
diferencias de género tienen posibles explicaciones y conocerlas
permite disminuir el impacto del ataque cerebral en la mujer:
* Demora en las guardias y el tratamiento:
algunos estudios sugieren que las mujeres deben esperar más tiempo para
ser atendidas cuando consultan por un ataque cerebral en un hospital.
Obviamente estos son datos aislados y no podemos generalizarlos, pero
son importantes porque desde hace algo más de 10 años existe un
tratamiento que permite disminuir el efecto del ataque cerebral
isquémico (infarto cerebral). Este tratamiento es el TPA (activador
tisular del plasminógeno) y debe ser administrado por vía intravenosa
antes de que transcurran 3 horas desde que comenzaron los síntomas.
Para
que esto sea posible deben producirse tres hechos fundamentales: en
primer lugar, el paciente debe saber reconocer los síntomas del ataque
cerebral; luego, el sistema de emergencias debe trasladarlo en forma
inmediata a un hospital que esté en condiciones de brindar este
tratamiento; por último, el médico de guardia debe actuar rápidamente
haciendo el diagnóstico, solicitando la tomografía de cerebro y llamando
al neurólogo para evaluar si la persona que ha sufrido el ataque
cerebral debe recibir o no el tratamiento.
Desde que el paciente
llega al hospital, todo el proceso de evaluación requiere, al menos, de
45 a 60 minutos. La demora que teóricamente soportan las mujeres para
ser atendidas en una guardia podría explicar por qué tienen un 30% menos
de posibilidades de recibir TPA que los hombres.
* Falta de reconocimiento de los síntomas del ataque: es fundamental familiarizarse con estos signos para consultar de inmediato y acortar los tiempos de acceso al tratamiento.
* Mayor tasa de recurrencia:
una mujer que sufrió un ataque cerebral tiene más riesgo de sufrir otro
que un hombre. Para revertir esta tendencia, la mujer debería ser
extremadamente responsable en el cuidado y tratamiento de los factores
de riesgo: controlar su presión arterial, mantener un peso adecuado,
hacer ejercicio aeróbico (con evaluación médica previa), controlar la
glucosa si es diabética, bajar el colesterol, dejar de fumar y llevar
una dieta sana.
.
* Las mujeres parecen tener factores de riesgo más severos que los hombres. Por
ejemplo, tienen mayor frecuencia de enfermedades como la fibrilación
auricular (arritmia cardíaca que genera coágulos) y la hipertensión
arterial. Hay tratamientos para estos problemas: se recomienda la
consulta al cardiólogo ante la presencia de síntomas como palpitaciones o
ritmo cardíaco irregular. Es importante informarse sobre los factores
de riesgo y sobre cómo detectarlos y controlarlos.
Históricamente
se consideró al hombre como más propenso a sufrir enfermedades
vasculares. Tal vez este concepto haya llevado a los médicos a
subestimar el riesgo en la mujer, condicionando posturas menos
"agresivas" a la hora de hacer una prevención intensiva. Por ejemplo, se
ha observado que las mujeres reciben menos aspirina que los hombres y
aquellas con colesterol elevado reciben menos fármacos para bajarlo.
Antes y después de la menopausia, dos mundos
Desde
que la mujer ingresa en el período post-menopáusico su riesgo de sufrir
un ataque cerebral comienza a ser similar al del hombre. De hecho,
hasta comparten los mismos factores de riesgo y mecanismos por los
cuales se produce el ataque cerebral. Sin embargo, antes de la
menopausia la historia es distinta. Si bien en su edad reproductiva la
mujer parece estar protegida por las hormonas que ella misma produce
naturalmente (estrógenos y progesterona), hay ciertas circunstancias y
enfermedades que pueden ponerla en riesgo de sufrir un ataque cerebral:
1) Embarazo y puerperio:
si bien durante el embarazo la mujer está expuesta a un riesgo mayor de
sufrir un ataque cerebral, el riesgo es significativamente mayor
durante el puerperio (período post-parto). Durante el embarazo mismo,
el riesgo del ataque cerebral se relaciona con el antecedente de
múltiples embarazos y con la eclampsia (hipertensión y convulsiones
durante el embarazo). Llevando esta información a números concretos, una
mujer puérpera tiene un 80% más riesgo de sufrir un ataque cerebral que
otra de su misma edad que no ha dado a luz recientemente. Además de
los síntomas típicos del ataque cerebral, siempre hay que prestar
especial atención a los dolores de cabeza durante el embarazo o el
puerperio, lo que debe motivar una consulta médica.
2) Migraña:
es un tipo muy específico de dolor de cabeza. Para que un dolor de
cabeza sea clasificado como migraña debe cumplir con criterios muy
claros que todos los neurólogos conocen (dolor moderado a intenso; por
lo general de un sólo lado de la cabeza; pulsátil -que late-; con
intolerancia a la luz, los ruidos o los olores fuertes; que empeora con
el ejercicio físico como caminar, etc.). Algunas migrañas son precedidas
por síntomas que de cierta manera "avisan" que en pocos minutos
comenzará el dolor de cabeza. Esas migrañas con aviso son conocidas como
migrañas con aura y se consideran un factor de riesgo para el ataque
cerebral. El síntoma más frecuente de la migraña con aura es el
"escotoma centellante" que se caracteriza por la pérdida transitoria de
la visión en la periferia del campo visual a expensas de un centelleo
lumínico característico. Es importante consultar un neurólogo en caso de
sufrir migrañas frecuentes porque existen formas de prevenirlas.
3) Anticonceptivos orales:
en estudios realizados en Europa y los Estados Unidos durante las
décadas de 1960 y 1970 se relacionó a los anticonceptivos orales con un
mayor riesgo de sufrir ataques cerebrales, predominantemente en mujeres
que fumaban y eran hipertensas. Las recomendaciones actuales, basadas en
estos trabajos, sugieren evitar el uso de anticonceptivos en mujeres
jóvenes que fuman y sufren migrañas con aura, dado que el riesgo de
sufrir un ataque cerebral aumenta hasta 17 veces en estos casos.
Estudios recientes sostienen que aquellos que contienen solo
progesterona no aumentan el riesgo.
4) Aneurismas cerebrales:
tanto las mujeres como los hombres jóvenes pueden ser portadores de
aneurismas cerebrales. Cuando se rompen suelen producir hemorragias
graves caracterizadas por un fuerte dolor de cabeza que comienza
repentinamente (a veces como una explosión), es distinto a los
habituales y no mejora con analgésicos. En estos casos es indispensable
consultar de inmediato.
Como consejos útiles, es importante
disminuir al máximo el riesgo mediante medidas preventivas y nunca deben
subestimarse los síntomas del ataque cerebral, aún cuando sean sufridos
por mujeres en edad pre-menopáusica.