Los fotógrafos de guerra son hombres valerosos que sin dudarlo ni un sólo segundo preparan lo necesario y cargan su cámara al hombro para acudir a esas partes del mundo en donde se libran grandes conflictos armados, con la finalidad de mostrarle al mundo la realidad de lo que ahí acontece, sin pensar que su trabajo pudiera costarles la vida.
En 1972, Huynh Con Út, mejor conocido como Nick Ut, fotógrafo que en aquel entonces tenía sólo 20 años de edad trabajaba para la agencia norteamericana Associated Press (AP), se lanzó a las calles de su natal Vietnam para capturar el terror de una guerra que se libraba ahí desde hacía varios años.
Aquel 8 de junio de ese mismo año a Ut le cambió la vida. Se encontraba en Trang Bang cubriendo un ataque que se perpetuó en aquella localidad con Napalm o gasolina gelatinosa, por sudvietnamitas coordinados por militares estadounidenses.
De repente, Nick se percató que delante de él, se acercaba una niña que corría con desesperación y que poco a poco iba despojándose de sus ropas hasta quedar completamente desnuda.
"¡Demasiado caliente!, ¡demasiado caliente!", es lo que la pequeña decía sollozando en repetidas ocasiones. El fotógrafo tomó un par de imágenes de tan dramática situación y posteriormente se acercó a la niña, le dio de beber agua, la tomó en sus brazos y de inmediato la llevó a su automóvil, para trasladarla a un hospital y así, poder salvarle la vida.
Aquella niña de 9 años de edad que quedó inmortalizada gracias al trabajo de Nick Ut y que le dio la oportunidad de ganar un premio Pullitzer se llama Phan Thi Kim Phuc, quien gracias a la pronta reacción del fotógrafo, logró salir sana y salva, y hoy le cuenta al mundo lo que significa ser víctima de la guerra.
Cuando llegó al hospital los médicos no le daban mucha esperanza de vida a Kim, pues más del 50 por ciento de su cuerpo había sufrido quemaduras de tercer grado, las cuales sólo podían sanar practicándole varias operaciones.
Gracias a una fundación norteamericana, la niña fue trasladada a Estados Unidos para brindarle la atención médica que requería y finalmente, tras permanecer durante 14 meses internada en diversos nosocomios y soportar más de 17 intervenciones quirúrgicas, así como tratamientos muy dolorosos, fue dada de alta para que así pudiera continuar con si vida y convertirse en una mujer de provecho.
Dos años después del ataque, Phuc regresó a Trang Bang para reintegrarse a su hogar. Su vida no volvió a ser la misma, ya que como explica campeonesforocreacion.com, se convirtió en el "símbolo nacional de la guerra", por lo que el gobierno le obligó a dejar la escuela y renunciar a su sueño de convertirse en una gran doctora, para convertirse en imagen propagandística del régimen comunista.
"Lo único que deseaba era estudiar. Fue atroz. No comprendía por qué el destino se encarnizaba conmigo y no podía seguir estudiando como mis amigos. Tenía la impresión de haber sido siempre una víctima. A mis 19 años, había perdido toda esperanza y sólo deseaba morir", comentó Kim en alguna ocasión.
En 1986 logró deshacerse del estigma de ser vista como el icono de la guerra y se refugió en La Habana, Cuba, país en donde vivió un par de años para poder estudiar medicina en la universidad de dicha ciudad.
Desafortunadamente, su carrera se vio truncada, pues la joven tuvo que afrontar diversos problemas de salud, entre ellos la diabetes que le fue detectada y que le afectó la visión, lo cual hizo que no pudiera continuar con sus estudios.
Afortunadamente, Kim encontró el amor en uno de sus compañeros de escuela, también vietnamita, llamado Bui Huy Toan, con quien se casó un par de años más tarde, en 1992. Luego de vivir en Cuba, la pareja se estableció en Canadá y tuvieron dos hijos, Thomas y Steven.
En 1996, esta mujer fue invitada a participar en la ceremonia del día de los veteranos que precisamente tuvo lugar en el Monumento a los Veteranos del Vietnam. Aquel día, Phuc recordó lo vivido aquel 8 de junio de 1972 y sorprendió a todos al decir que el perdón es el arma más poderosa que existe en el mundo y por lo tanto, ella ya había perdonado a quien le provocó tanto daño.
"Cuando leí la primer vez las palabras de Jesús 'amar a tus enemigos', no sabía como hacerlo. Soy humana, tengo mucho dolor, muchas cicatrices y he sido víctima mucho tiempo. Creí que sería imposible. Tuve que rezar mucho y no fue fácil, pero al final lo logré", declaraba en aquella ocasión.
En 1997 puso en marcha la Fundación Kim, la cual trabaja para ayudar a los niños que son víctimas de la guerra y de la violencia; también fue nombrada Embajadora de la buena Voluntad por parte de la UNESCO.
En días recientes, Kim Phuc visitó México para participar en el Primer Encuentro de Valores, organizado por el Instituto San Roberto, de Monterrey, Nuevo León, en donde difundió el siguiente mensaje: "Mi foto es un símbolo de la guerra, pero mi vida es un símbolo de amor, esperanza y perdón".