En 2010, Richard A. Clarke, que fue jefe de los servicios
antiterroristas de Estados Unidos con Bill Clinton y George W. Bush,
publicó un ensayo titulado Cyber War. Así lo reseñó la revista Wired:
“Encontrarán aquí el Libro de las Revelaciones vuelto a escribir para
la era de Internet, con el fin de los tiempos anunciado por los Cuatro
Caballos Troyanos del Apocalipsis”.
El Flame, según informa Douglas Rushkoff en su artículo The cyberwar may be headed to your computer, en CNN, "tiene todos los indicios de constituir un ciberataque maquinado por un Estado nación: es poderoso y complejo y apunta directamente a una zona caliente, Irán". Su objetivo parece ser perturbar el programa nuclear iraní, pero en los pocos días que lleva bautizado ha provocado un intense debate entre los especialistas sobre la posibilidad de que se convierta en una peste incontrolable que termine afectando a servicios civiles nacionales enteros como redes eléctricas, industrias energéticas, redes bancarias o sistemas de tráfico aéreo.
El miércoles 6 de mayo, el descubridor del Flame, el cazavirus ruso Eugene Kaspersky, declaró durante una conferencia en Tel Aviv a la que también asistió el ministro de Defensa israelí Ehud Barak, que la comunidad internacional debería comenzar a pensar en cómo prohibir el uso de la ciberguerra, del mismo modo que en su día fueron prohibidas las armas químicas y biológicas.
Estamos, anunció Kaspersky, ante una peligrosísima caja de Pandora. "Esto", dijo literalmente, "no es ciberguerra, esto es ciberterrorismo, y me temo que es sólo el principio del juego, me temo que esto podría ser el fin del mundo tal como lo conocemos. Estoy asustado, créanme".
Al igual que lo es de la guerra de los drones contra los yihadistas, Obama se ha ido convirtiendo en un entusiasta de la ciberguerra secreta a la hora de lidiar con el programa nuclear iraní, según informa The New York Times (Obama Order Sped Up Wave of Cyberattacks Against Iran).
La ciberguerra contra Irán comenzó durante la presidencia del segundo Bush y en ella colaboran Estados Unidos e Israel. Su primer producto, el virus Stuxnet, perturbó seriamente las instalaciones nucleares iraníes a fines de la pasada década. Al ser descubierto en el verano de 2010 -se fugó a Internet desde la planta iraní de Natanz-, Obama expresó su preocupación. Dijo temer que la generalización del uso de virus pudiera terminar justificando ciberataques contra Estados Unidos. No obstante, terminó aprobando la continuación de ese forma de pelear, que, según The New York Times, es conocida en la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA como Olimpic Games.
Al Stuxnet parece haberle seguido el recién descubierto Flame. Por supuesto, Estados Unidos no reconoce oficialmente ninguna relación con estos virus informáticos –cincuenta veces más complejos que los habituales- que minan el programa nuclear iraní. Tampoco Israel. Aunque, preguntado sobre la posible relación de su país con este malware, el viceprimer ministro Moshe Ya'alon declaró recientemente: “Israel está bendecido por la alta tecnología”.
El organismo iraní dedicado a la lucha contra el ciberespionaje y la ciberguerra (CERT en sus siglas en inglés) anunció la pasada semana que había localizado el Flame. Llevaba dos años infectando sus ordenadores sin ser detectado por ningún antivirus. El descubrimiento fue obra del laboratorio especializado que dirige en Moscú el ruso Eugene Kaspersky.
El Flame, según Karspersky, es “un bumerang cibernético que puede volverse contra sus autores”. El miércoles, en Tel Aviv, el descubridor de este virus nombró a Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, China, Rusia, India, Japón y Rumanía como los países de donde podría proceder, pero se negó a ser más concreto. Fue, en cambio, rotundo al afirmar que los gobiernos sensatos deberían comenzar a cooperar para detener este tipo de ataques, al igual que lo han hecho -o al menos lo han intentado- con las armas nucleares, biológicas y químicas.
Tras el descubrimiento de Flame, Microsoft, a través de su director de seguridad, Mike Reavey, ha informado que se ve obligado a reforzar la seguridad en todos sus sistemas operativos y programas de Windows.