Tan sorprendente como macabro ha sido el descubrimiento de Yoram Haimi, y es que, este arqueólogo israelí ha conseguido desenterrar los secretos de uno de los campos de concentración nazis de los que apenas se tenía información: Sobibor, según ha informado el diario «Haaretz»
Este campo de concentración, en la Polonia oriental, es sin duda uno de los ejemplos más claros de la denominada como «Solución final», y que comprendía el asesinato de millones de judíos. De hecho, este lugar era también conocido como uno de los centros de exterminio nazi al que ni siquiera se molestaron en crear una falsa imagen de cárcel, como hacían con otros lugares. Estaba edificado única y exclusivamente para matar.
Este campo de concentración, en la Polonia oriental, es sin duda uno de los ejemplos más claros de la denominada como «Solución final», y que comprendía el asesinato de millones de judíos. De hecho, este lugar era también conocido como uno de los centros de exterminio nazi al que ni siquiera se molestaron en crear una falsa imagen de cárcel, como hacían con otros lugares. Estaba edificado única y exclusivamente para matar.
El experto arqueólogo, de 51 años, comenzó a excavar encima del campo de concentración en un intento de desenterrar los cuerpos de sus dos tíos,
presuntamente asesinados en el lugar. Sin embargo, no imaginaba que lo
que iba a encontrar eran los restos de las máquinas de exterminio más
cruentos, a la vez que representativas, de los seguidores de Hitler: las
cámaras de gas.
«Debido a la falta de datos sobre Sobibor, cada pequeña pieza de información es importante»
«Debido a la falta de datos sobre Sobibor, cada pequeña pieza de
información es importante» explica Hanni, que señala la gran importancia
de este hallazgo como forma de demostrar el plan de los nazis para
destruir a los judíos. Concretamente, nadie sabía el lugar exacto en el
que se encontraban las cámaras de gas del centro, ya que los alemanes se
las habían arreglado para derruirlas y evitar que fueran halladas.
Pero,
desgraciadamente, la alegría por descubrir estos artilugios se vio
pronto ensombrecida por otro tipo de restos que aparecieron a su
alrededor. Dientes, huesos, monedas o llaves
son sólo algunas de las pertenencias de los que perecieron allí a manos
de los alemanes y que, ahora, han salido a la luz de manos de este
arqueólogo.
Además,
destaca la cantidad ingente de cenizas que el israelí ha encontrado y
que permiten establecer el número de fallecidos en unos 250.000. Gracias a todos los hallazgos, los investigadores se han podido hacer una idea de como operaba este campo de concentración, algo anteriormente desconocido.
A su vez, el arqueólogo ha podido elaborar un plano específico del campamento, desmintiendo algunas ideas preconcebidas con anterioridad. Para ello ha sido de gran ayuda el descubrimiento de los restos del camino que recorrían los presos hasta las cámaras de gas, un espacio ahora rodeado por árboles que cruzaban desnudos los condenados a muerte.
Sin embargo, a pesar de todo lo encontrado, lo más escalofriante ha sido el hallazgo de una pequeña placa de metal grabada con el nombre de «Lea Judith de Penha», una niña holandesa de seis años asesinada en el campamento. Todo un símbolo de los horribles sucesos.