Benedicto XVI puso «bajo el signo de la paz» el viaje a un Medio Oriente «en situación dramática» que emprenderá el próximo viernes para
presentar desde Beirut las conclusiones del Sínodo de Obispos sobre
Oriente Medio celebrado en Roma en octubre del 2010, cuando el panorama
de la región era absolutamente distinto al de hoy. Líbano le espera con los brazos abiertos, pero inquieto por los problemas de seguridad a causa de la guerra en Siria.
Sin
mencionar específicamente ningún país, el Papa denuncio el drama que
viven cotidianamente «las poblaciones de esta región martirizada desde
hace tanto tiempo por incesantes conflictos», y manifestó comprender «la
angustia» de tantas personas «sumergidas diariamente en sufrimientos de
todo tipo que afectan tristemente y a veces mortalmente su vida
personal y familiar».
El
Santo Padre insistió en que ni las personas de Oriente Medio ni la
comunidad internacional «se pueden resignar a la violencia y a la
exasperación de las tensiones», y volvió a proponer «el dialogo y al
reconciliación» a los combatientes, y el apoyo a ese proceso por la
comunidad internacional.
Benedicto XVI pidió también ayuda para los refugiados,
cuyo número ha aumentado dramáticamente en los últimos meses, y término
invocando que «Dios bendiga el Líbano y el Medio Oriente».
Al
término del rezo del Ángelus en la residencia veraniega de Castel
Gandolfo, el Papa dio su apoyo «al importante diálogo entre el gobierno
colombiano y representantes de las FARC con la participación de
delegados de Venezuela y Chile para intentar poner fin al conflicto que,
por décadas, aflige ese amado país».