Un grupo internacional de astrónomos ha encontrado pruebas de que en el violento corazón de nuestra galaxia y muy cerca de su agujero negro central se están formando planetas, algo que parecía imposible hasta ahora. El hallazgo se publica esta semana en Nature Communications.
A
simple vista, el centro de nuestra galaxia puede parecer un lugar muy
poco adecuado para que se formen planetas. Las estrellas se arremolinan
allí y zumban a través del espacio como los coches en una autovía en
hora punta. Para colmo, la enorme energía
del centro galáctico provoca que muchas estrellas exploten en forma de
supernova, llenando la región de violentas ondas de impacto y auténticas
mareas de intensa radiación.
Por
último, gigantescas fuerzas gravitatorias del gran agujero negro que
duerme en el corazón de la Vía Láctea siembran el caos alrededor,
retorciendo y deformandolo todo, incluído el espacio mismo.
A
pesar de todo, un equipo de astrónomos del Centro de Astrofísica
Harvard Smithsonian acaba de demostrar que, incluso allí, pueden nacer
nuevos planetas. ¿La prueba? El reciente descubrimiento de una nube de hidrógeno y helio (en
la imagen) precipitándose hacia el centro de la galaxia y a punto de
ser devorada por el agujero negro central. Los astrónomos sostienen que
esa nube está hecha de los restos desmenuzados de lo que una vez fue un disco protoplanetario alrededor de una estrella que aún no ha sido descubierta.
"La
desdichada estrella fue expulsada violentamente por el agujero negro
central —afirma Ruth Murray-Clay, autora principal de un artículo recién
aparecido en Nature Communications—. Ahora sigue su camino y aunque ha
logrado sobrevivir al encuentro, su disco protoplanetario no ha sido tan afortunado".
La nube en cuestión fue descubierta el año pasado por un grupo de astrónomos que usaron el Gran Telescopio de Chile.
Entonces se especuló que la nube se había formado cuando los chorros de
gas de dos estrellas cercanas chocaron entre sí, igual que los vientos
del desierto llevan la arena que forma las dunas.
Arrancado por mareas gravitatorias
Pero Murray-Clay y su colega Avi Loeb
(coautor del artículo) proponen un origen muy distinto. Las estrellas
recién nacidas retienen a su alrededor, y durante varios millones de
años, un halo de gas y polvo
(el material sobrante de su formación) del que después, eventualmente,
surgirán los planetas de su sistema. Pero si una estrella se precipita
contra el agujero negro del centro de la galaxia, la radiación y las
mareas gravitatorias pueden, literalmente, arrancarle el disco en cuestión de unos pocos años.
Los astrónomos incluso han identificado la posible procedencia de la estrella perdida, un conocido anillo de estrellas que
orbita el centro galáctico a una distancia de apenas la décima parte de
un año luz. Los investigadores han encontrado decenas de jóvenes y
brillantes estrellas del tipo O en ese anillo, lo cual sugiere que
también debe de haber centenares de otras estrella mucho menos brillantes y que no podemos ver desde aquí.
A
pesar de que el disco protoplanetario (la nube de gas y polvo) está
siendo implacablemente destruida, las estrellas que aún están en el
anillo siguen, por ahora, sujetando con fuerza sus propios discos de acreción. Por lo cual, muchas de ellas podrían estar formando planetas, incluso en medio de las condiciones hostiles de sus alrededores.
"Resulta
fascinante pensar que hay planetas formándose tan cerca del agujero
negro —afirma Loeb—. Si nuestra civilización habitara en uno de esos
planetas, habríamos podido probar mucho mejor que aquí las teorías
gravitatorias de Einstein, y habríamos podido producir energía limpia
simplemente lanzando nuestra basura al agujero negro".