¿Se
imagina un dispositivo electrónico que libere el fármaco necesario en
la zona adecuada, mida sus constantes, trate una herida quirúrgica y una
vez hecho su trabajo se disuelva sin dejar rastro, como si nunca
hubiera estado en su cuerpo? Una nueva clase de dispositivos
electrónicos, agrupados bajo el nombre de tecnología «efímera», está a punto de iniciar una revolución médica. El primer paso lo acaba de dar un grupo de ingenieros, coordinados por la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, al probar con éxito uno de estos dispositivos electrónicos biodegradables.
El
experimento se ha hecho con ratones a los que se les implantó un
dispositivo diseñado para controlar y prevenir una infección bacteriana.
El tratamiento no solo funcionó, sino que después de hacer su trabajo
se diluyó, sin que fuera necesario extirparlo con una cirugía. Con solo
unas pocas decenas de nanómetros de grosor, los nuevos circuitos se
disuelven fácilmente en una pequeña cantidad de agua, u otro fluido
corporal, y se reabsorben sin causar daño. La investigación merece la
portada del último número de la revista «Science».
En defensa, tecnología móvil...
Solo
es una prueba, pero en el futuro podrían desarrollarse dispositivos más
complejos sensibles a los cambios de su entorno y programados para
durar desde minutos a años, dependiendo de su aplicación . Esta
tecnología formará parte de los tratamientos del futuro y también aspira
a ser una herramienta útil en otros campos tan distintos como la
tecnología móvil, la defensa o la protección ambiental. Por ejemplo, podrían diseñarse monitores para medir las condiciones atmosféricas
(temperatura, contaminación...) que se colocarían en árboles o
edificios y no contaminarían el entorno o formar parte del equipamiento
militar. Recogida la información necesaria, bastaría una poca cantidad
de agua para que se disolvieran sin dejar rastro. En el caso, de la
telefonía si sus componentes se disolvieran se acabaría con el problema
del reciclaje.
Probablemente
aún no se han identificado todas las aplicaciones que brinda esta nueva
tecnología. «Es un nuevo concepto», explica John Rogers, uno de los
ingenieros que ha participado en la investigación.
Una nanocámara de 64 píxeles
El
equipo de la Universidad de Tufts ha diseñado varios dispositivos,
además del dispositivo para tratar infecciones que se probó en roedores.
Otro de sus dispositivos diminutos biodegradables incorpora una cámara
digital de 64 píxeles.
«Estos dispositivos son el polo opuesto de la electrónica convencional,
cuyos circuitos integrados están pensados para mantener su estabilidad
física y electrónica a largo plazo», explica Fiorenzo Omenetto,
profesor de Ingeniería Biomédica en Tufts y autor principal del
documento. «La electrónica efímera ofrece un rendimiento tan sólido como
los dispositivos tradicionales, pero con la ventaja añadida de que
pueden desaparecer».
Silicio encapsulado en seda
Los
componenentes de estos dispositivos que juegan al escapismo son
similares a los utilizados en los circuitos integrados convencionales.
Están hechos de silicio y magnesio. El «truco» es que están recubiertos
de una capa fina de proteína de seda. Los investigadores que firman este
artículo han descubierto cómo ajustar las propiedades de la seda para conseguir su degradación progresiva.
Otra ventaja de la seda para su utilización en dispositivos médicos es
su biocompatibilidad. De hecho, es el material con el que se suturan las
heridas. El magnesio y el silicio también son altamente compatibles y
no generan rechazo.
El
silicio, al principio es impermeable, pero con el tiempo se disuelve en
el agua. El verdadero reto, explica Omenetto, es conseguir que los
componentes eléctricos se disuelvan en minutos, en lugar de en años.