La sonda Voyager 1, lanzada al espacio en 1977, hace 35 años, acaba de entrar en una nueva y desconocida región de los confines del Sistema Solar. Según los científicos se trata de una especie de "autopista magnética"
 a lo largo de la cual las partículas procedentes del Sol abandonan para
 siempre los dominios del astro rey para adentrarse definitivamente en 
el espacio interestelar.
El nombre de "autopista magnética" responde al hecho de que
 allí, a 18.500 millones de km. de la Tierra, las líneas del campo 
magnético del Sol se conectan con las que proceden de otras estrellas. Y
 es precisamente esa "conexión" la que permite a las partículas solares 
de la heliosfera
 (la "burbuja" de partículas cargadas que emite el Sol en todas 
direcciones y que envuelve todo el Sistema Solar) abandonar 
definitivamente nuestro sistema planetario.
De hecho, justo antes de entrar en esta región extrema, las
 partículas rebotan en todas direcciones siguiendo las líneas del campo 
magnético del propio Sol. Unas líneas "internas" que no les permiten 
abandonar la heliosfera. La nueva región es, pues, el último "obstáculo 
fronterizo" antes de salir definitivamente de los dominios de nuestra 
estrella particular.
Estos resultados acaban de ser anunciados en el transcurso 
de la reunión de la Unión Geofísica Americana (AGU) que se celebra estos
 días en San Francisco. "Si sólo nos fijáramos en los datos de las 
partículas -afirma Stamatios Krimigis, investogador principal del 
instrumento LECP (Low-Energy Charged Particle)
 podríamos pensar que estamos ya fuera de la heliosfera. De hecho, 
nuestro instrumento ha visto cómo estas partículas de baja energía toman
 esta rampa de salida hacia el espacio interestelar".
Sin embargo, continúa el científico, "necesitamos entender 
lo que los instrumentos nos están diciendo y solo el tiempo podrá 
confirmar si nuestras interpretaciones sobre esta frontera son 
correctas. Una cosa sí que es segura: ninguno de nuestros modelos 
teóricos predice ninguna de las observaciones realizadas por la Voyager 
durante los últimos diez años, por lo que no tenemos ninguna guía que 
nos diga lo que podemos esperar".
Desde diciembre de 2004, cuando la Voyager 1 entró en la 
heliopausa (donde el viento solar se detiene y se une con el que procede
 de otras estrellas), la nave ha estado viajando, y explorando, a través
 de territorios completamente desconocidos. Durante los primeros cinco 
años a partir de ese momento, los datos de la Voyager 1 fueron los 
esperados, pero entonces la nave detectó que la velocidad del viento 
solar se había reducido a cero y que al mismo tiempo aumentaba la 
intensidad del campo magnético. "Fue una auténtica sorpresa -asegura Rob
 Decker, coinvestigador del instrumento LECP- porque la mayoría de los 
modelos predicen una velocidad de por lo menos 25 km. por segundo".
Más rayos cósmicos
El pasado 14 de mayo, el mismo instrumento detectó un 
súbito incremento (del 5%) de los rayos cósmicos de alta energía 
procedentes de la galaxia. Un incremento que volvió a detectarse el 28 
de julio. Solo que esta segunda vez estuvo acompañado por una drástica 
reducción de las partículas de baja energía (las que vienen de dentro 
del Sistema Solar).
El fenómeno duró solo cuatro días, pero el pasado 25 de 
agosto los instrumentos detectaron un aumento todavía mayor en la 
cantidad de rayos cósmicos. Comparado con los datos de marzo, ese 
aumento era de cerca del 30%. Y vino acompañado por un descenso de más 
de mil veces en el número de partículas solares. Fue entonces cuando los
 investigadores se dieron cuenta de que la Voyager 1 había entrado en 
una nueva región, aunque quizá aún no del todo fuera de la heliosfera.
"Creemos que es el último tramo de nuestro viaje hacia el 
espacio interestelar ", asegura Edward Stone, científico de la Voyager 
en el Instituto de Tecnología de California. El investigador cree que la
 nave tardará entre unos pocos meses y dos años en salir de esa nueva 
región aunque, advierte "con el Voyager, debemos esperar lo inesperado".
Las dos misiones Voyager (la 1 y la 2) 
fueron lanzadas con una diferencia de 16 días (el 20 de agosto y el 15 
de septiembre) de 1977 y, entre las dos, han visitado Júpiter, Saturno, 
Urano y Neptuno. La Voyager 1 es el objeto más distante fabricado por el
 hombre, y se encuentra a unos 18.500 millones de km. de la Tierra. La 
Voyager 2 está algo más cerca, a unos 15.000 millones de km. de 
distancia.

