Debido a los problemas financieros, al escándalo del espionaje y al fracaso del plan de invasión de Siria, Estados Unidos va perdiendo sus aliados en el mundo y su propio potencial militar.
En la actual situación de crisis global y de necesidad de ahorro en gastos públicos, la Administración de Obama tuvo que rebajar las pretensiones del Pentágono.
Para los próximos diez años está prevista una reducción de 650.000 millones de dólares de los gastos en defensa.
De esta suma, 83.000 millones deben recortarse el año que viene. Si el próximo mes de enero el Congreso vota a favor de tal decisión, el número de militares de EE.UU. podría reducirse de 570.000 a 380.000 personas.
El jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Ray Odierno, cree que las Fuerzas Armadas del país no serán capaces de realizar con éxito operaciones militares fuera del país.
Sus preocupaciones las comparten los autores del informe elaborado por la compañía de análisis y de inteligencia Stratfor.
Especialmente prestan atención al debilitamiento de la presencia militar de EE.UU. en las regiones importantes como el golfo Pérsico y Asia Central. En el futuro, debido a la falta de fondos, la Armada se verá obligada a mantener en tierra cuatro de las nueve 'alas aéreas' activas ('air wings', los grupos de escuadrones que viajan embarcados) que se desplazan en los portaviones.
Los analistas de Stratfor y Ray Odierno están igualmente preocupados por el impacto negativo del recorte del presupuesto militar en la combatividad del Ejército y la Marina de guerra.
En marzo de este año, a causa del excesivo desembolso en las operaciones en Afganistán, el Pentágono se vio obligado a reducir el programa de formación de diversas unidades militares.
"El número de soldados profesionalmente entrenados se redujo gravemente", se queja el general Odieron citado por la Oficina Independiente de Investigación Internacional (FBII).
"Ahora el Ejército dispone de dos brigadas de soldados totalmente formadas", dijo, explicando que el resto de reclutas no reciben el entrenamiento suficiente para combatir a un nivel por encima del de escuadrón.
Es más, los problemas internos de EE.UU. influyeron intensamente en su posición en el mundo y tienen un impacto negativo en las relaciones con sus aliados.
En los últimos 13 años los países europeos han reducido en un 15% de media los gastos en defensa. A Washington le propusieron que se hiciera cargo del agujero en el presupuesto de la OTAN, pero desde el Pentágono se insiste en una participación conjunta para la solución de este problema.
Empezó una grave controversia y el secretario general de OTAN, Anders Fogh Rasmussen, tuvo que intervenir.
"Si siguen las tendencias actuales de gastos en defensa, esto limitará la capacidad práctica de los países europeos de la OTAN para trabajar junto con sus aliados de América del Norte".
Durante el debate se reveló que además de los problemas financieros, los aliados de ambas partes del Atlántico tienen puntos de vista divergentes sobre el escudo antimisiles europeo, la reforma de la OTAN y los recortes de personal en la estructura de mando del bloque.
La base mercantil se hace cada vez más evidente también en las relaciones de EE.UU. con un aliado asiático clave como Pakistán. Mientras Washington anualmente asignaba a Islamabad 2.000 millones de dólares para la lucha contra el terrorismo y vendía armas al país asiático aplicando importantes descuentos, el aliado de los norteamericanos actuó de forma leal y obediente.
Ante esto, la responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores de aquella época, Hina Rabbani Khar, advirtió a EE.UU. que podría perder a su aliado. Las relaciones bilaterales se enfriaron tanto que en octubre de este año fue invitado a Washington el primer ministro Nawaz Sharif, a quien el Gobierno de Obama prometió apoyo por valor de 1.160 millones de dólares.
Sin embargo, la asignación de estos fondos aún debe de ser aprobada por el Congreso. Sin haber solucionado sus problemas en las relaciones con un aliado, Estados Unidos recibió otro duro golpe por la espalda por parte de otro.
El 22 de octubre el jefe de la inteligencia saudita, el príncipe Bandar bin Sultan, anunció la posibilidad de restringir la cooperación con EE.UU. El principal socio árabe estadounidense en el golfo Pérsico enfureció por la negativa de Washington a llevar a cabo un ataque militar contra Siria que Riad ya consideraba como algo seguro.
Además, a los sauditas también les decepcionó el deseo del presidente estadounidense, Barack Obama, de entablar un diálogo con el nuevo mandatario de Irán, un país enemigo implacable de Arabia Saudita en la región.
Los contactos entre Washington y Teherán causaron igualmente un intenso rechazo por parte del principal aliado de EE.UU. en Oriente Medio, Israel.
Desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró: "Israel no permitirá a Irán obtener armas nucleares y si mi país se queda solo, tendrá que actuar sólo".
"Esto ya parece un motín en el barco en el momento en el que la autoridad del capitán cae por debajo de la línea de flotación. Y si el capitán no lo sofoca lo tirarán por la borda o será colgado del palo mayor", concluye la FBII.
Para los próximos diez años está prevista una reducción de 650.000 millones de dólares de los gastos en defensa.
De esta suma, 83.000 millones deben recortarse el año que viene. Si el próximo mes de enero el Congreso vota a favor de tal decisión, el número de militares de EE.UU. podría reducirse de 570.000 a 380.000 personas.
El número de soldados profesionalmente entrenados se redujo gravementeDe acuerdo con el exsecretario de Defensa Leon Edward Panetta, Estados Unidos, perderá su estatus de superpotencia convirtiéndose en un "tigre de papel".
El jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Ray Odierno, cree que las Fuerzas Armadas del país no serán capaces de realizar con éxito operaciones militares fuera del país.
Sus preocupaciones las comparten los autores del informe elaborado por la compañía de análisis y de inteligencia Stratfor.
Especialmente prestan atención al debilitamiento de la presencia militar de EE.UU. en las regiones importantes como el golfo Pérsico y Asia Central. En el futuro, debido a la falta de fondos, la Armada se verá obligada a mantener en tierra cuatro de las nueve 'alas aéreas' activas ('air wings', los grupos de escuadrones que viajan embarcados) que se desplazan en los portaviones.
Los analistas de Stratfor y Ray Odierno están igualmente preocupados por el impacto negativo del recorte del presupuesto militar en la combatividad del Ejército y la Marina de guerra.
En marzo de este año, a causa del excesivo desembolso en las operaciones en Afganistán, el Pentágono se vio obligado a reducir el programa de formación de diversas unidades militares.
"El número de soldados profesionalmente entrenados se redujo gravemente", se queja el general Odieron citado por la Oficina Independiente de Investigación Internacional (FBII).
"Ahora el Ejército dispone de dos brigadas de soldados totalmente formadas", dijo, explicando que el resto de reclutas no reciben el entrenamiento suficiente para combatir a un nivel por encima del de escuadrón.
OTAN
Es más, los problemas internos de EE.UU. influyeron intensamente en su posición en el mundo y tienen un impacto negativo en las relaciones con sus aliados.
Si siguen las tendencias actuales de gastos en defensa, esto limitará la capacidad práctica de los países europeos de la OTAN para trabajar junto con sus aliados de América del NorteLa primera alarma para Washington saltó a causa de la negativa de 12 aliados de la OTAN, incluido el siempre fiel Reino Unido, a participar en la operación contra Siria. Según los aliados europeos, en el contexto de crisis global la guerra es un 'lujo' demasiado caro y que no se pueden permitir.
En los últimos 13 años los países europeos han reducido en un 15% de media los gastos en defensa. A Washington le propusieron que se hiciera cargo del agujero en el presupuesto de la OTAN, pero desde el Pentágono se insiste en una participación conjunta para la solución de este problema.
Empezó una grave controversia y el secretario general de OTAN, Anders Fogh Rasmussen, tuvo que intervenir.
"Si siguen las tendencias actuales de gastos en defensa, esto limitará la capacidad práctica de los países europeos de la OTAN para trabajar junto con sus aliados de América del Norte".
Durante el debate se reveló que además de los problemas financieros, los aliados de ambas partes del Atlántico tienen puntos de vista divergentes sobre el escudo antimisiles europeo, la reforma de la OTAN y los recortes de personal en la estructura de mando del bloque.
Otros aliados
La base mercantil se hace cada vez más evidente también en las relaciones de EE.UU. con un aliado asiático clave como Pakistán. Mientras Washington anualmente asignaba a Islamabad 2.000 millones de dólares para la lucha contra el terrorismo y vendía armas al país asiático aplicando importantes descuentos, el aliado de los norteamericanos actuó de forma leal y obediente.
Esto ya parece un motín en el barco en el momento en el que la autoridad del capitán cae por debajo de la línea de flotación. Y si el capitán no lo sofoca lo tirarán por la borda o será colgado del palo mayorPero hace dos años los norteamericanos suspendieron temporalmente la cooperación financiera. Islamabad respondió prohibiendo el paso por su territorio de las mercancías destinadas al Ejército de EE.UU. y a sus aliados en Afganistán. La Casa Blanca acusó a Pakistán de apoyar a los talibanes y les amenazó con represalias.
Ante esto, la responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores de aquella época, Hina Rabbani Khar, advirtió a EE.UU. que podría perder a su aliado. Las relaciones bilaterales se enfriaron tanto que en octubre de este año fue invitado a Washington el primer ministro Nawaz Sharif, a quien el Gobierno de Obama prometió apoyo por valor de 1.160 millones de dólares.
Sin embargo, la asignación de estos fondos aún debe de ser aprobada por el Congreso. Sin haber solucionado sus problemas en las relaciones con un aliado, Estados Unidos recibió otro duro golpe por la espalda por parte de otro.
El 22 de octubre el jefe de la inteligencia saudita, el príncipe Bandar bin Sultan, anunció la posibilidad de restringir la cooperación con EE.UU. El principal socio árabe estadounidense en el golfo Pérsico enfureció por la negativa de Washington a llevar a cabo un ataque militar contra Siria que Riad ya consideraba como algo seguro.
Además, a los sauditas también les decepcionó el deseo del presidente estadounidense, Barack Obama, de entablar un diálogo con el nuevo mandatario de Irán, un país enemigo implacable de Arabia Saudita en la región.
Los contactos entre Washington y Teherán causaron igualmente un intenso rechazo por parte del principal aliado de EE.UU. en Oriente Medio, Israel.
Desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró: "Israel no permitirá a Irán obtener armas nucleares y si mi país se queda solo, tendrá que actuar sólo".
"Esto ya parece un motín en el barco en el momento en el que la autoridad del capitán cae por debajo de la línea de flotación. Y si el capitán no lo sofoca lo tirarán por la borda o será colgado del palo mayor", concluye la FBII.