domingo, marzo 23, 2014

Las patatas muy fritas estimulan el proceso de envejecimiento

Las personas que consumen alimentos ricos en almidón y cocinados a altas temperaturas, como las patatas muy fritas, corren el riesgo de sufrir un envejecimiento acelerado, señalan investigadores franceses.

Estos alimentos, cuando se cocinan a temperaturas altas, generan unas sustancias tóxicas que aceleran el proceso de envejecimiento, según un estudio de la Academia Nacional de Farmacia de Francia.

La investigación revela, asimismo, que las partes quemadas de las patatas fritas y horneadas contienen un compuesto llamado acrilamida, que se ha comprobado que es cancerígeno y neurotóxico en células animales, aunque no en seres humanos.

De acuerdo con un estudio estadounidense, el citado compuesto también puede provocar en el ser humano problemas de memoria similares a los que genera el Alzheimer, así como causar envejecimiento vascular y mayor rigidez en las arterias, e hipertensión.

Cocinar los alimentos con agua, al vapor o en el microondas son las alternativas que recomiendan los científicos franceses para evitar las consecuencias negativas de los procedimientos de cocción al altas temperaturas.


Restricción dietética prolonga la vida


La restricción dietética (RD) extiende la vida útil al provocar un retraso en el metabolismo, han descubierto científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia.

Según los investigadores, el proceso de envejecimiento está directamente relacionado con la velocidad de los procesos metabólicos.

Un artículo emitido en la revista ‘BioEssays’ pone de manifiesto que una alimentación limitada da lugar a surgimiento de nutrientes de reserva en las células.

Se trata de una estrategia de supervivencia para mejorar el estado de salud, pues mediante este método se aumenta la reparación del ADN.

Anteriormente, la misma hipótesis había sido ratificada por el bioquímico estadounidense Clive McCay, en la primera mitad del siglo XX, tras poner una dieta hipocalórica a los ratones de su laboratorio.

McCay obtuvo grandes éxitos, pues uno de sus ratones vivió 1.800 días, equivalente a unos 200 años de edad para un ser humano.