Los ojos abiertos como platos cuando tenemos miedo, o la nariz fruncida y los ojos entrecerrados cuando algo produce repulsión, son mucho más que una forma de comunicar emociones.
Según un reciente estudio, las expresiones de miedo y asco tienen más que ver con la evolución de la especie humana y la adaptación para la supervivencia.
Investigadores de la Facultad de Ecología Humana de la Universidad Cornell, Estados Unidos, sugieren que estas dos expresiones faciales opuestas alteran la forma en que los ojos captan la luz y enfocan.
El trabajo, publicado en la revista Psychological Science, sostiene que estos cambios son fruto del desarrollo evolutivo y tenían la función de ayudar a los humanos a sobrevivir, o al menos a percibir mejor las diferentes amenazas.
Por el contrario, al sentir asco, los ojos se entrecierran, bloqueando la luz para enfocar mejor un punto específico y señalar la fuente de repulsión.
"Estas funciones opuestas del ojo abriéndose y estrechándose, que reflejan la dilatación y contracción de las pupilas, pueden ser los orígenes primitivos de la capacidad expresiva del rostro", dijo Adam Anderson, autor del estudio.
"Y estas acciones probablemente no estén restringidas al miedo y el asco, ya que sabemos que estos movimientos juegan un rol importante en cómo quizás se diferencian todas las expresiones, incluyendo sorpresa, enojo e incluso felicidad".
Beneficio evolutivo
Para su trabajo, los científicos pidieron a una veintena de participantes que imitaran expresiones de miedo y repulsión, y los examinaron con equipos oftalmológicos estándar.Así pudieron comprobar que cuando los sujetos abrían más los ojos, sus córneas admitían más luz y ampliaban su campo de visión.
Cuando fruncían la nariz de asco, sus ojos se entrecerraban y aunque esto bloqueaba la luz, facilitaba el foco en un punto específico, según escribieron los investigadores.
"Abrir los ojos puede mejorar la detección y localización de una potencial amenaza que requiere vigilancia reforzada, algo que coincide con la hipotética función del miedo", escribió Anderson.
En lugar de comunicar información a otros, tal como algunos científicos han propuesto, las expresiones de miedo y repulsión parecen tener funciones visuales diferentes.
"La razón de eso es permitir al ojo emplear las propiedades de la luz que son más útiles en estas situaciones", explicó Anderson.
"Tendemos a pensar en la percepción como algo que sucede después de que una imagen es recibida por el cerebro, pero de hecho las emociones tienen influencia en la visión en los primeros momentos de codificación visual", precisó el científico.
Estos hallazgos coinciden con las ideas del naturalista británico Charles Darwin, quien propuso que el origen de las expresiones no necesariamente tiene que ver con la comunicación y que no son arbitrarias.
En uno de sus trabajos menos conocidos, Las expresiones de las emociones en hombres y animales, de 1872, Darwin advirtió que las expresiones faciales eran a veces muy similares en diferentes culturas e incluso en el reino animal.
Por eso, sugirió el famoso investigador británico, deben tener un beneficio evolutivo en común.