El proyecto permite que dos robots recorran el perímetro de un objeto o estructura y alternativamente transmitan y reciban señales de Wi-Fi entre sí, a través del objeto analizado. Luego categorizan la composición de lo escaneado, por ejemplo madera, carne o metal.
El sistema utiliza un modelo de onda de propagación con una resolución de destino de alrededor de 2 cm. Mediante la medición de las intensidades de campo recibidas de estas transmisiones inalámbricas, los robots son capaces de producir un mapa preciso de la estructura detallando dónde se encuentran los objetos sólidos y espacios.
Para asignar las coordenadas de la zona y el objeto, cada robot estima su propia posición y el lugar en que se encuentra el otro robot, basado en la velocidad establecida y la distancia recorrida usando un giroscopio y un codificador de la rueda de posicionamiento.
El sistema es comandado para que los robots se muevan de manera paralela alrededor del exterior de la zona, similar a lo que se usa en sistemas de imágenes médicas donde un transmisor en movimiento es seguido por un receptor.
Los investigadores postulan que esta nueva tecnología podría ser útil para la búsqueda de sobrevivientes en escombros como consecuencia de terremotos. También creen que sería de gran ayuda para sitios arqueológicos, donde un mapeo no invasivo de la zona -como precursor de una excavación- puede resultar invaluable.
El equipo tiene previsto examinar otras aplicaciones de imagen de la tecnología, así como la posibilidad de incorporar una guía láser para mejorar la precisión espacial y mejorar la resolución de los mapas de imágenes capturadas.
Aunque estos no son los primeros robots que han sido capaces de ver a través de paredes de concreto, su aplicación es menos complicada que otros sistemas de radares.