La
banda liderada por el cantante Ian Astbury y el guitarrista Billy Duffy
sorprendió a medio mundo (yo creo que incluso a sí mismos) con este su
tercer disco, el que les lanzaría a la fama mundial.
Se da la
circunstancia de que el disco está producido por Rick Rubin, el cual es
muy responsable de ese sonido crudo y potente que poseen todos los
temas, con un trabajo colosal de Duffy en las guitarras, que suenan
durísimas y muy 'directas', como una patada en la cara, como debe ser.
11 canciones arrolladoras, una de ellas la versión de "Born to be Wild"
de Steppenwolf.
Hard Rock magníficamente planteado y ejecutado, lo que
se dice uno de esos discos que dejan huella.