Bruce Willis vuelve a la carga. En junio estrena en España su última película, G.I. Joe: la venganza, y acaba de llegar a Budapest (Hungría) para participar en el rodaje de la quinta película de la saga que le sacó del anonimato y el convirtió en actor hipertaquillero que es: Jungla de Cristal.
Willis, 24 años más viejo que la primera vez, vuelve a meterse en la piel del agente John McClane en la quinta entrega de Jungla de cristal.
De lo poco que se sabe de esta película es que el director es el irlandés John Moore, responsable de títulos tan dispares como Tras la línea enemiga, La profecía o Max Payne; que a John McClane este vez le acompaña su hijo Jack (Jai Cortney) y que en el argumento los malos son ciertos rusos.
Aprovechando el retorno de John McClane, uno de los personajes míticos de Bruce Willis, recordamos sus siete papeles más reverenciados. Los personajes que el actor ha elevado a la categoría de iconos del pop.
David Addison Jr. (Luz de luna)
Su primer gran icono pop fue ese detective que dibujó para la serie de televisión Luz de luna. Durante 54 capítulos, Willis le puso un punto arrogante y chulesco al personaje, que mantenía con su jefa Maddie Hayes (Cybill Sheperd) una tensión sexual que al final se acabó por resolverse. Los que nunca se resolvieron fueron los problemas entre Willis y Sheperd, que tenían tanta química en la pantalla como conflictos detrás de ella.
John McClane (Jungla de cristal)
«Yipi kai yai, hijo de puta». Es su frase. Su seña de identidad. La incomprensible secuencia de palabras (salvo las tres últimas), que John McClane suelta antes de matar al terroristas de turno en cada una de las cuatro entregas anteriores de la saga. Y que sus fans están deseando que pronuncie en la quinta entrega, que ha empezado a rodarse en Budapest (Hungría). John McClane es un icono pop tan grande del cine que la revista Empire lo ha situado en el puesto número 12 de los mejores personajes del cine de todos los tiempos.
Butch Coolidge (Pulp fiction)
Quentin Tarantino pensó en Matt Dillon, Sylvester Stallone y Mickey Rourke antes de calzarle a Willis los guantes de onzas de este boxeador venido a menos que protagoniza una de las tres historias entrelazadas que componen Pulp fiction. Fue el propio Bruce Willis, cuyo caché ya estaba por las nubes, el que se empeñó en participar en ella pese a que la película no contaba con suficiente presupuesto como para contratarle. La solución fue sencilla: el actor bajó sus honorarios hasta el sueldo mínimo del sindicato de actores. La taquilla y la crítica se lo recompensaron con creces.
James Cole (Doce monos)
El director de la película, Terry Gilliam, le escogió para el papel de este exconvicto ubicado en un mundo postapocalíptico porque vio en el actor las características exactas que requería el presonaje: un tipo fuerte y peligroso que, a la vez, fuera vulnerable. Lo bordó.
Korben Dallas (El quinto elemento)
En esta ocasión se subió a un taxi de Nueva York como un conductor que, en su juventud, fue soldado en las fuerzas especiales. Otro taquillazo al bolsillo de Willis que permitió a Luc Besson, el director de la cinta, embolsarse 263 millones de dólares, el triple de lo que había costado la producción.
Malcom Crowe (El sexto sentido)
El psicólogo infantil de Cole Sear, el niño que pronunció aquello de «en ocasiones veo muertos», le sirvió a Willis para meterse en el bolsillo a la crítica internacional que, para entonces, empezaba a creer que el actor solo era apto para papeles de mamporrero sudado. Malcolm utiliza a este paciente para redimirse por un caso que no fue capaz de resolver; y Bruce Willis empleó a su personaje para dar en los morros a todos los que pensaban que estaba encasillado.
John Hartigan (Sin City)
Otro agente de policía para engrandecer aún más su figura. Esta vez es John Hartigan, el agente que salva (dos veces) la vida de Nancy Callahan (Jessica Alba) en la película que Robert Rodriguez rodó basándose en tres novelas gráficas de la serie Sin City, de Frank Miller. «El viejo muere, la chica vive. Me parece justo. Te quiero Nancy». Y ahí, sobre la nieve, acaba todo.