«La legalización de la droga no es una opción», sostiene Hamid Ghodse, presidente de la Junta Internacional de Estupefacientes.
La
guerra contra el narcotráfico en México ha desviado hacia Centroamérica
y el Caribe las rutas de tránsito de cocaína hacia Estados Unidos, lo
que ha provocado un aumento de la violencia y la corrupción en esa área a «niveles insólitos».
Esa
es una de las conclusiones a las que ha llegado la Junta Internacional
de Estupefacientes de Naciones Unidas, que en un informe presentado hoy
en Viena detalla que unas 900 «maras» (bandas juveniles) integradas por
unos 70.000 pandilleros controlan el mercado de la droga y ejercen la
violencia en la región.
El
presidente de la Junta, Hamid Ghodse, reconoció que «en algunos países
se han producido mejoras», como Colombia, donde se ha reducido el
cultivo de la hoja de coca. Por el contrario, «en otras zonas se ha empeorado; por ejemplo, en América Central, donde los narcotraficantes mexicanos han complicado la vida a la gente y los gobiernos, con un montón de corrupción».
El
organismo de la ONU, citando cálculos de la Interpol, estima en 60.000
millones de euros el mercado de cocaína a escala mundial. El origen del
polvo blanco sigue centrado en Colombia, Perú y Bolivia, a pesar de que
la superficie dedicada al cultivo de esta planta se ha reducido casi a
la mitad en los últimos veinte años: de 288.400 hectáreas en 1990 a
154.200 en 2010. Colombia y Perú albergan, cada una, dos quintas partes de estas extensiones. El quinto restante se localiza en Bolivia.
Respecto
a la demanda, los mercados de mayor consumo de cocaína son Estados
Unidos (entre 150 y 160 toneladas anuales) y Europa (unas 120
toneladas), especialmente Gran Bretaña, Italia y España: «La cocaína
fabricada en Colombia se envía en su mayor parte a mercados extranjeros,
mientras que la elaborada en Bolivia y Perú, además de abastecer a
Europa, se consume en gran parte en América del Sur».
Ghodse,
en declaraciones a Efe, afirmó que «la legalización no es una opción.
Si nos fijamos en drogas legales como el tabaco y el alcohol, no sólo
matan cada año entre diez y quince veces más que las drogas ilícitas,
sino que también el delito relacionado con el tráfico de tabaco y de
alcohol no ha desaparecido, y de hecho, es una gran parte de la
actividad criminal. Un tema muy complejo (como el narcotráfico) no puede tener una solución sencilla», recalcó el jurista de origen iraní.