Barack Obama se sumará al resto de los líderes de América para discutir, por primera vez en una cumbre, nuevos métodos de combatir el tráfico de drogas, incluido el de su despenalización, con el fin de atajar el mayor problema de la región en estos momentos: la violencia endémica que estrangula el crecimiento económico, dificulta el progreso social y condiciona el desarrollo democrático. Este asunto, junto al aislamiento de Cuba y el incremento del comercio en el continente, centrará la reunión de 33 presidentes que este fin de semana se celebra en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.
Un partidario de Obama se prepara para su visita a Colombia.
Colombia es el marco perfecto para entender el daño que el narcotráfico puede llegar a causar en un país, pero también es un ejemplo de que es posible salir de ese desastre con la combinación adecuada de firmeza institucional y unidad nacional. Hoy Colombia ha dejado de ser el centro mundial de producción de cocaína, pero el fenómeno se ha extendido a otros países y, en mayor o menor medida, es la principal causa de crimen y corrupción en México, Centroamérica, Brasil, Venezuela y otros países del área.
Durante décadas, este problema ha sido abordado con un discurso maniqueo en el que los países productores acusaban a Estados Unidos, el principal consumidor, de excesiva tolerancia en la venta del producto, mientras que Washington ponía todo el acento en la necesidad de represión en los puntos de origen del comercio ilegal. “Estamos como en un bicicleta estática, siempre en el mismo lugar”, ha comentado el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, horas antes de recibir a sus invitados. “Necesitamos coger el toro por los cuernos y empezar un debate para ver si somos capaces de encontrar un alternativa”.
Santos, respaldado por otros presidentes latinoamericanos, es el promotor de que ese asunto sea tratado por fin al más alto nivel: en la Cumbre de las Américas. Para el Gobierno de EE UU, que se opone rotundamente a la legalización de las drogas, resulta algo complicado hablar de eso en un foro de esta trascendencia, pero ha aceptado hacerlo porque entiende, igualmente, que la amenaza del narcotráfico, que es ya un seria preocupación fronteriza, empieza a convertirse en una amenaza para su seguridad nacional.
“El presidente Obama no apoya la despenalización, pero cree que es un debate legítimo”, afirma Dan Restrepo, principal asesor de la Casa Blanca para asuntos latinoamericanos. “No existe una receta mágica en este problema, pero entendemos que esta es una buena oportunidad de discutir colectivamente sobre estos desafíos”.
No cabe esperarse acuerdos aparatosos en esta materia, pero los expertos destacan que el hecho de que se aborde desde nuevas perspectivas abre una oportunidad para su solución. La marihuana, que ya es legal para usos médicos en varios Estados norteamericanos, representa alrededor de una cuarta parte de los ingresos de las mafias. Este debate puede servir también para que EE UU se acerque a América Latina en un problema que, tradicionalmente, ha sido fuente de enfrentamiento.
Estamos como en un bicicleta estática, siempre en el mismo lugar”Presidente colombiano, Juan Manuel Santos
Washington se ve obligado a reaccionar para no perder aún más terreno en una región con la que ha tenido múltiples conflictos en el pasado pero que hoy crece económicamente de forma acelerada y se ha convertido en un atractivo polo de negocios y de inversiones. “No queremos hablar del siglo XX sino del siglo XXI. Nuestro interés en América Latina es tanto el de promover la seguridad y la democracia en el hemisferio, como ayudar al crecimiento económico aquí, en casa”, asegura el viceconsejero nacional de Seguridad Ben Rhodes.
Antes de llegar este viernes a Cartagena, donde Obama se convertirá en el primer presidente norteamericano que duerma en suelo colombiano, el presidente hará una escala en Florida, precisamente para resaltar, en un Estado de fuerte presencia hispana, la importancia que representa actualmente América Latina para aumentar las exportaciones y crear puestos de trabajo. Florida es también un decisivo territorio electoral y el lugar que alberga a la principal comunidad cubana en el exilio.
Obama ha sido muy firme antes de esta Cumbre en que no se sentaría en la misma mesa de Raúl Castro. Santos se vio obligado a elegir entre Obama y Castro, y hace pocas semanas viajó a La Habana para comunicar al presidente cubano que no sería bienvenido a Colombia. Sí tiene previsto estar, si su enfermedad no lo impide, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien quizá quiera aprovechar la ocasión para recuperar el protagonismo que está perdiendo. Chávez no vive los momentos de gloria personal de años pasados, pero sigue teniendo aliados y voluntad suficientes como para complicarle la estancia a Obama y crearle dificultades imprevistas en su campaña electoral.