Estados Unidos ha informado a sus aliados de que se prepara para lanzar este verano «una gran ofensiva» contra los talibanes, tras constatarse que las negociaciones directas no han tenido efecto, con el objetivo de proteger la retirada de las tropas de la OTAN,
según revelaron fuentes diplomáticas. La reunión de ministros de
Exteriores de la Alianza se ha centrado en mantener la cohesión de todos
los países con tropas en el país centroasiático frente a los que
muestran una predisposición más apresurada a retirarlas. En discutir
sobre el dinero que habrá que desembolsar para el mantenimiento del
precario «Ejército» afgano. Y en preparar la situación para después de
diciembre de 2014, cuando los afganos tengan que hacerse cargo en
solitario de su propia seguridad.
Soldados norteamericanos y británicos patrullan
por Musa Qala en la provincia de Helmand
Según el secretario general de la OTAN, el danés Anders Fogh Rasmussen,
«hay consenso en que habrá una nueva misión y en que esta ejercerá un
nuevo papel», pero no es evidente ni cual será ese papel ni mucho quién
pagará el coste de funcionamiento de las fuerzas armadas afganas, que
están llamadas a hacerse cargo íntegramente de la estabilidad del país
para «preservar las conquistas» y evitar que vuelva a caer en manos de
los talibanes y Al Qaida.
Recortar el número de soldados
La
OTAN y el Gobierno de Kabul estiman que el mantenimiento de los 350.000
soldados afganos costará más de 3.000 millones de dólares al año, de
los cuales Washington podría pagar la mayor parte (más de 2.000) y el
resto se busca entre los demás aliados y países que no han contribuido
en la guerra pero que tienen interés en la estabilidad en la región. Sin
embargo, la precariedad de medios es tal que el secretario de Defensa
norteamericano, Leon Panetta, ha admitido que existen planes para
reducir las dimensiones del Ejército afgano a solo 230.000 hombres «en
cuanto la situación lo permita».