El desastre de Fukushima hubiera sido otro en caso de haberse podido anticipar el terremoto de 9 grados de magnitud que el 11 de marzo de 2011 sacudió Japón. Los seísmos son imposibles de evitar, pero, conociendo cuándo sucederán, se pueden salvar cientos de miles de vidas.
Los científicos siguen buscando el sistema que les permita adelantarse a los temblores.
La gran esperanza se centra en el espacio y los datos recabados por los
satélites. Rusia aseguró esta pasada semana que está cerca del
objetivo. Afirma que la red de satélites de su sistema de navegación
Glossnat –similar al GPS estadounidense o al Galileo europeo- puede
captar diversos cambios atmosféricos que preceden a los terremotos. Y
eso a pesar de no estar diseñado para ello. En concreto, los rusos
señalan que el movimiento de la corteza terrestre provoca efectos en la
ionósfera y un aumento de la radiación infrarroja. Indican incluso que antes del devastador temblor en Japón se recogieron datos que lo anticipaban, pero que en ese momento no se supieron interpretar.
La NASA también ha dedicado tiempo y dinero a detectar los seísmos. La agencia estadounidense explica que «la furiosa energía que liberan se acumula con meses y años de anticipación, en forma de tensiones de la corteza terrestre».
Sin embargo, confiesa que «por el momento, los pronosticadores no
tienen una forma directa de observar estas tensiones o de detectar
cuando alcanzarán niveles críticos». Sin embargo, al igual que los
rusos, cree que los satélites podrían ofrecer pronto una solución al
problema y ser capaces de detectar señales de un terremoto inminente
días o semanas antes de que ocurra, dando a las autoridades tiempo para
prepararse. «En veinte años podríamos decir que en un determinada falla
las posibilidades de que se produzca un seísmo a lo largo de un
determinado mes es del 2%, el 20% o el 50%», prevé la NASA. Los métodos actuales de observación permiten ciertos vaticinios de que se produzca un terremoto, aunque estos se enmarcan en plazos de varias décadas.
El uso de animales
Un estudio de la NASA señala que algunos animales son capaces de adelantar los temblores. La investigación sobre el seísmo registrado en la ciudad italiana de L'Aquila
en 2009 descubrió que el 96% de los sapos machos de una comunidad de la
zona habían huido del lugar cinco días antes de la catástrofe. Se cree
que de alguna forma pudieron percibir la liberación de gases y
partículas cargadas del interior de la Tierra.
Hasta ahora solo un terremoto ha sido previsto con la suficiente anticipación. Se produjo en la ciudad china de Haicheng en 1975 y fue de 7,3 grados de magnitud. En esa ocasión el epicentro se fue trasladando lentamente a la ciudad
dando señales de lo que se avecinaba. Las autoridades procedieron a la
evacuación y pese a que el temblor destruyó un 50% de los edificios de
la urbe solo se registraron 250 víctimas. Por desgracia los terremotos
por ahora no son como las tormentas. No se pueden predecir, quizá en un
futuro próximo sí lo sean.