Los jóvenes no creen que sea una conducta desviada y menos criminal.
El envío de mensajes o fotos sexualmente explícitas a través de
teléfono móvil, práctica conocida como “sexting,” puede ser parte del
cortejo para los jóvenes de la generación de internet, según un estudio
difundido.
Investigadores de la Universidad de Michigan (UM) han analizado
el comportamiento de 3.447 jóvenes con edades de entre 18 a 24 años, y
encontraron que, si bien el “sexting” es muy común, no lo asocian con
conductas sexualmente arriesgadas o con problemas psicológicos.
"Estas conclusiones contradicen la percepción pública del
’sexting’,” señaló José Bauermeister, profesor de la Escuela de Salud
Pública de la UM y coinvestigador principal del estudio en un
comunicado.
Bauermeister señaló que a menudo se describe como “una conducta
desviada, repugnante o incluso criminal” aunque no es percibido así por
este grupo de jóvenes adultos.
En este sentido, Debbie Gordon, coautora del estudio, señaló
que la mayoría de las historias negativas relacionadas con el “sexting"
se dan entre preadolescentes y adolescentes.
"En los grupos de edad más joven la legalidad es un problema,”
señaló Gordon, que además advirtió que esos usuarios están en una fase
“muy diferente de su desarrollo sexual” que los entrevistados.
El estudio, que se publicará en la revista Journal of
Adolescent Health, es el primero que conecta el “sexting” con un
resultado de conducta, ya que los estudios anteriores se han enfocado en
los aspectos demográficos y su impacto sobre la salud, señaló
Bauermeister.
Los investigadores encontraron que casi la mitad de los
encuestados respondieron que participaba en “sexting” y la mayoría de
los que dijeron que habían recibido este tipo de mensaje señaló que
también los había enviado, “lo cual sugiere que el ’sexting’ es
recíproco y probablemente ocurre entre parejas románticas.”
Según Bauermeister, la investigación del “sexting” es una pieza
importante para entender cómo la tecnología afecta la sexualidad y la
salud. "Debemos prestar atención a la forma en que la tecnología influye
en nuestras vidas, incluida la sexualidad y nuestros comportamientos
sexuales,” añadió.
El estudio lo realizaron de manera conjunta el Laboratorio de
Sexualidad y Salud, que dirige Bauermeister, y el Centro de
Investigación de la Prevención (PRC por su sigla en inglés) de Michigan,
encabezado por el profesor Marc Zimmerman, también coinvestigador
principal en el estudio.