sábado, julio 28, 2012

La inauguración de Londres, la segunda más vista de la historia

5,6 millones de españoles la siguieron en La 1 convirtiendo la ceremonia en la segunda más vista de la historia de la televisión española tras la de Barcelona 92. El «minuto de oro» correspondió al desfile de la delegación olímpica española. Fue exactamente a las 00:38 de la noche, con 7.132.000 espectadores.

Hace sólo seis años, Stratford, la zona en la que ahora se levanta espléndido el parque olímpico de Londres, era considerada por los ingleses como el tercer peor lugar para vivir de todo el país, según una encuesta. Anoche, ese lugar arrasado por décadas de vertidos, emisiones y los sueños rotos de varias generaciones de las capas más orilladas de la sociedad, se convirtió en el centro del orgullo británico.

Más de 13,5 millones de españoles sintonizaron en sus televisores en algún momento el espectáculo londinense. Retransmitida por Televisión Española, la gala contó con 5.656.000 espectadores de media y un 46,1% de cuota de pantalla. La convierte así en la segunda más vista de la historia tras la de Barcelona 92. El «minuto de oro» de la jornada de ayer correspondió al desfile de la delegación olímpica española, con Pau Gasol como abanderado. Fue exactamente a las 00:38 de la noche, con 7.132.000 espectadores

Los Juegos limpiaron una cloaca de vertidos químicos para construir un proyecto que ilusionara el país. Sobre ese lugar salvado, el director de cine Danny Boyle («Trainspotting», «Slumdog Millionaire»), rescató anoche lo mejor de lo británico, dibujado en sus contrastes, en sus luchas, en su superación y sus logros. La tradición y lo intensamente atrevido.

Un partido de fútbol sobre la campiña recreada en el estadio, mientras las pantallas escupen imágenes a ritmo de videoclip. Bradley Wiggins, único ganador británico del Tour de Francia, tañendo una campana de 27 toneladas especialmente fundida para dar la salida a la ceremonia de inauguración. Y el recitado de frases de «La tempestad», de Shakespeare («No temáis, la isla está llena de ruidos») abriendo un asalto de 15.000 voluntarios, que incluso se infiltraron en el graderío.

 

 

De las chimeneas al pop


Sobre el tapete se desplegaba, pieza a pieza, la historia británica, atravesada por las humaredas de la revolución industrial y su paisaje de chimeneas que arrasó el campo y con él las 70 ovejas que pastaban en ella al principio.

De fondo, siempre la música, subrayando el movimiento trepidante, la percusión de cientos de tambores. No con la perfección marcial de los chinos de Pekín 2008, sino con el alma alborotada de un pueblo que se levanta sobre los excesos que se llevaron por delante algunas virtudes bañadas ahora de nostalgia.

Choque también de realidad y ficción, con un punto de humor. Daniel Craig en el papel de James Bond, y la Reina en el papel de la Reina. En unas imágenes grabadas, salían en helicóptero del Palacio de Buckingham, y la secuencia terminaba con el salto fingido en paracaídas de la Reina sobre el estadio. Isabel II apareció impoluta en el palco. La broma y el entretenimiento, otros talentos locales, dieron paso a la solemnidad del himno y el izado de la bandera británica.

También se dio la vuelta al drama del hospital infantil, convertido en baile de camas del Sistema Nacional de Salud (NHS) con niños saltando, y la fantasía rescatándolos. J.K. Rowling apareció para pronunciar un elogio de la lectura antes de dormir: «En ese momento, la fantasía es algo real». Rescatados los niños de las camas, y también los niños que sobrevivían dentro de los más de 60.000 espectadores, emocionados, pintando el paisaje con bengalas bailarinas. 

«Esto es para todo el mundo», se leía en las gradas, con el fondo de una asombrosa selección de grandes éxitos: los Rolling, Oasis, Blur, Pulp, Queen, los Sex Pistols, Amy Winehouse, Mike Oldfield, The Clash, Eric Clapton, los Who, Led Zeppelin, Bowie... Una fiesta de fondo para el desfile de los deportistas, culminada por los Arctic Monkeys en directo con una versión del «Come Together» de los Beatles.

Juntos entraron con la bandera olímpica Haile Gebrselassie, Ban Ki-moon, Daniel Barenboim, al encuentro de Mohamed Alí, que los esperaba sobre la colina. A ellos y a la antorcha, que conducía Beckham en una motora, y que en su llegada al estadio subrayó la transformación de Stratford, con un homenaje a los obreros que construyeron el parque. A través de un pasillo formado por ellos entró con la llama el remero Steve Redgrave. El pebetero, la gran sorpresa, era una hoguera de más de 200 pétalos de cobre, uno por país. A su luz, en plena noche ya, cerró la ceremonia un emocionante «Hey Jude» interpretado por Sir Paul McCartney, al piano, y tarareado por los corazones de todo el estadio.