El soul enmudeció. La transgresión perdió a su artífice. El londinense barrio de Camden quedó huérfano.
Pero la muerte no es el final. Se extinguió su voz gruesa y rotunda, no
la amalgama de excesos y controversia que la acompañaron hasta el
final.
Los que sobrevivieron a su deceso han mantenido su línea errática y estrafalaria. Desde sus padres, a su exnovio, pasando por su íntimo círculo de amigos. Se cumple un año de la desaparición de Amy Winehouse y todavía no descansa en paz. Siempre hay alguien que tiene que añadir un capítulo más.
Su progenitor Mitch Winehouse,
quien se ha prodigado en los medios de comunicación desde el
fallecimiento de la reina del blues, está dispuesto a mantener vivo el
exuberante talento de su hija que se hizo añicos en su camino hacia la
autodestrucción. El pasado mes de junio, presentaba las memorias «Amy, mi hija», un libro que se empezó a gestar poco después de que encontraran el cuerpo sin vida de la joven en su apartamento. En 320 páginas desmenuza la historia de la diva del soul desde su infancia hasta la culminación de su carrera,
sin escatimar detalles de su paso por el pozo de las adicciones. Quizá
la próxima publicación sea una entrevista a la propia artista, ya que
Mitch se está sometiendo a sesiones de espiritismo para contactar con su
hija. «No quiero que la gente piense que soy un tonto engañado sólo
quiero saber si Amy todavía sigue por allí», declaró el aquel taxista
parlanchín que abandonó el volante para convertirse en embajador de la
firma Amy.
Aunque Janis,
la madre de la cantante, siempre se ha mantenido en un discreto segundo
plano, a raíz del aniversario de la defunción de la cantante se ha
sincerado con la versión inglesa de la revista Hola. «Hay un gran vacío en mi vida.
A veces me despierto llorando». La exfarmaceútica confiesa que está
convencida de que el espíritu de Amy le acompaña: «Saber eso me da
fuerza. Estoy segura de que ha regresado como una mariposa, porque le
encantaba la libertad de volar».
La música es, sin duda, su legado más enriquecedor. Aún estaba caliente su cadáver, cuando su discográfica modificaba el precio de sus dos discos de estudio y anunciaba la publicación de las canciones en las que había estado trabajando en un primer álbum póstumo titulado «Lioness: Hidden Treasures». El recopilatorio debutó en el número uno en el Reino Unido (donde fue doble platino) y en Estados Unidos.
Todavía
queda mucho material inédito para comercializar uno o dos discos más,
según revelaba Mitch en una entrevista para la BBC. «Tenemos montones y
montones de versiones y de temas nuevos que queremos sacar a la luz».
Ocaso por drogas
Mientras su familia comenzaba a preparar la conmemoración de la muerte de Amy, su exnovio, Reg Travis, comparecía en los juzgados de Westmister por la acusación de dos cargos de violación,
que supuestamente cometió el 29 de diciembre de 2011 y el 1 de enero de
2012. Así se desvanecía la figura del novio modelo, el que luchó por
alejarla de los demonios que le presentó su exmarido, Blake Fielder-Civil, el que abandonó a Amy en el callejón sin salida de las drogas.
Sus amigos fueron los que destaparon el despilfarro que hacía mensualmente en estupefacientes y otros caprichos. Desembolsaba diariamente 1200 euros en cocaína y heroína.«Era
como darle dinero a un bebé. No podía evitar malgastarlo», decía Alex
Foden, quien fue amiga y peluquera de la cantante, y además otra adicta a
las drogas.
La familia recuerda hoy a
la muñeca rota del soul atendiendo a los ritos judíos. En la estación
de metro de Camden Town, un póster diseñado por Johan Andersson, rinde
homenaje a la mujer que vivió rápido, murió joven y dejó un bonito
cadáver.