La empresa contratada admitió que le faltan 9.000 de los 13.400 guardias prometidos. Ayudarán 4.000 militares.
La seguridad de los Juegos Olímpicos británicos, que comienzan en
diez días, se está transformando en un fiasco, que ha forzado al
gobierno de la coalición a convocar a 4.000 militares extras para suplir
la falta de personal entrenado de G4S, la empresa privada seleccionada
para proveerlos, con un contrato de 130 millones de dólares. “Este
catálogo de desastres”, como lo bautizó el tradicional diario The Times
de Londres, se produce no sólo por el fracaso de compañía sino porque
el FBI y la CIA monitorearon con un equipo la organización olímpica,
alertaron sobre la vulnerabilidad frente a ataques terroristas y forzaron una revisión de las operaciones .
El
Ministerio de Defensa británico puso más de 4.000 militares, veteranos
de la guerra en Afganistán, en preparativos en abril pasado, después de
recibir información confidencial de que faltaría personal de seguridad,
en unos juegos que han costado 14.000 millones de dólares a los
contribuyentes británicos.
Así llegaron a 10.000 los militares que participarán en el control de seguridad de los juegos , que comenzarán el 27 de julio.
En un “mea culpa”, la compañía de seguridad G4S advirtió que no tenía suficiente personal para proteger a la ciudad durante los juegos olímpicos y su jefe ejecutivo, Nick Buckles, pidió disculpas públicas. Un imbroglio que probablemente le cueste su renuncia, previo pago de 35 millones de dólares.
Buckles
admitió que su compañía podía desplazar 4.000 guardias entrenados pero
que no sabía cuándo podría finalizar con el entrenamiento de los otros
9.000 que faltaban. Se comprometió a pagar los costos y admitió que las
pérdidas en su empresa alcanzarían los 80 millones de dólares.
En
una entrevista con la cadena BBC, Buckles reconoció que “solo hace ocho o
nueve días” se dio cuenta de que no tendría el personal suficiente,
después de haber firmado un contrato, en 2005 –con el entonces gobierno
laborista– en el que se comprometió a proveer 13.400 guardias, con un
equipo de emergencia de otros 3.000. Un problema en el software de su
compañía ahora no le permite asegurar si los 13.400 contratados se
presentarán o no al trabajo a la hora indicada.
El tabloide Daily Mail
obtuvo fotos de los futuros guardias en un curso de entrenamiento,
donde se ve a una alumna durmiendo durante la clase. Según el diario
conservador británico, los contratados temporarios no pudieron detectar armas escondidas, como una pistola 9 milímetros oculta en una media. Otros repetidamente no habrían podido distinguir falsas bombas y granadas.
Los
guardias deben desplazarse en al menos 100 sitios y no solo estar
presentes en el Estadio Olímpico en Londres. Un miembro de seguridad que
los entrena afirmó que “algunos no hablan inglés” y que él no los
contrataría “ni para vaciar tachos de basura”.
Este zafarrancho logístico significa una enorme presión para el gobierno conservador de David Cameron
y para su ministra del Interior, Teresa May, que fue interpelada la
semana pasada en la Cámara de los Comunes ante el escándalo y sobre cómo
va a resolver la crisis, cuando se espera que la Londres albergue a
cerca de 10.500 deportistas de todo el mundo.
El secretario de cultura, Jeremy Hunt, no descartó tener que usar más tropas. “Tenemos planes contingentes”, afirmó.
El gobierno no podrá resolver la falta de entrenamiento
de los contratados temporales de G4S si no acude a las fuerzas
armadas. Eso significa que los militares deberán permanecen en Londres,
durmiendo probablemente en un shopping center desocupado de Wapping, al
este de la capital, hasta la segunda semana de septiembre, cuando
finalizan los Para Olímpicos para los atletas con discapacidades.
Nadie descarta aun que sean requeridos más militares a medida que se acerca el inicio de los Juegos.
A
la crisis de la seguridad se suman las largas colas en Migraciones en
el aeropuerto de Heathrow, donde los turistas que llegan a Londres deben
esperar hasta cuatro horas, ante la falta de personal en sus
mostradores, nulo entrenamiento y el temor a que se filtren terroristas
entre los que llegan.