En todas las épocas, los gobernantes han recurrido a los astrólogos, cuyas predicciones muchas veces les han valido la cárcel, el destierro y hasta la muerte.
La Astrología nació en el seno del poder imperial babilónico y egipcio.
Luego tuvo una compleja relación con los emperadores romanos: casi todos
tuvieron sus astrólogos, pero al mismo tiempo los prohibían
periódicamente, desterraban o condenaban a muerte por miedo a que otros
también los consultaran.
Particularmente intenso, aunque
siempre complejo, fue el rol de la astrología en la política europea del
siglo XVII, y todavía hasta nuestros días con los gobernantes en
general.
Fue notable el escándalo suscitado por la primera dama
norteamericana Nancy Reagan cuando, el 15 de agosto de 1988, reconoció
públicamente que consultaba a varios astrólogos, cuyo juicio era tenido
en cuenta por su marido, el presidente de los Estados Unidos.
El
nazismo alemán, por supuesto, tampoco pudo resistir a la tentación de
acudir a los astros, y esto generó uno de los episodios más desopilantes
de la Segunda Guerra Mundial.
El ascenso de Adolf Hitler cuando
era un oficial menor completamente desconocido ya había sido predicho en
un matutino por la legendaria astróloga Elsbeth Ebertin, madre de
Reinhold Ebertin, un importante creador de nuevas líneas astrológicas
todavía hoy muy populares.
Por su parte, Heinrich Himmler, jefe
de la policía secreta del Reich y acorde con la veta típicamente
irracional del nazismo, estaba muy interesado en las ciencias ocultas,
así como el oficial Rudolf Hess y Joseph Goebbels, jefe de propaganda.
Cuando
el 8 de noviembre de 1939, Hitler sufrió un atentado explosivo contra
su vida, el astrólogo suizo Karl Krafft fue detenido por la Gestapo,
dado que pocos días antes se había acercado para prevenirles del suceso.
Una vez aclarado que su tan exacto diagnóstico se había basado
exclusivamente en la astrología, tanto él como otros astrólogos fueron
frecuente y compulsivamente consultados por Himmler, tomándose muchas
decisiones bélicas fundamentales según criterios astrológicos.
La
inteligencia británica y la resistencia contraatacaron convocando
secretamente a varios astrólogos, entre ellos Louis de Wohl, para prever
los movimientos aconsejados al enemigo.
Además, introducían en
las zonas de conflicto folletines impresos con fechas anteriores llenos
de falsas predicciones exitosamente cumplidas y vaticinios sobre la
inminente caída del Reich.
Diferencias ideológicas y disgusto con
las predicciones menos favorables llevaron a que las SS encarcelaran a
todos los astrólogos de Alemania la noche del 12 de junio de 1940,
llamada en adelante “La noche de los astrólogos”.
Ya detenidos,
se los siguió consultando, pero su desgracia fue definitiva cuando
desaconsejaron a Hitler la invasión a Siberia, prediciéndole
(correctamente) que sería su ruina, lo que enfureció al mandatario y
llevó a que la gran mayoría de ellos muriera en los campos de
concentración.