Benito Muros, impulsor del movimiento «Sin obsolescencia programada» (SOP), asegura haber creado una bombilla que dura toda la vida con
el objetivo de demostrar que otro modelo económico es posible. Este
empresario y piloto de aviación denuncia las prácticas de la mayoría de
los fabricantes que manipulan los productos para que duren un determinado número de
años y así el consumidor se vea obligado a volver a comprarlos. ABC.es
ha contactado con él para hablar del proceso de creación de la bombilla,
del modelo de consumo actual y de las amenazas de muerte que afirma
haber recibido.
¿De dónde le vino la idea para fabricar una bombilla sin fecha de caducidad?
En un viaje como turista a Estados Unidos me encontré en un parque de bomberos de California con una bombilla que llevaba encendida más de 100 años.
Empecé a investigar y descubrí que los fabricantes habían introducido
el concepto de obsolescencia programada en sus productos tras la crisis
del 29. Tras ello, reuní a un grupo de ingenieros hace diez años y tras
investigar surgió nuestra bombilla con tecnología LED.
¿Y cómo puede demostrar que la suya durará toda la vida?
Puede
llegar a funcionar durante unos 80 años, según los cálculos realizados.
Tenemos algunos modelos que llevan ya encendidos en el taller más de 8
años durante las 24 horas del día, lo que equivaldría a unos 25 años de
consumo en un hogar normal. La bombilla está a la venta en la actualidad
por unos 37 euros, aunque yo ya no me ocupo de comercializarla.
Algunos le acusan de haber creado un artículo fraudulento...
Tres
personas que venden bombillas se han dedicado a acusarme de fraude en
las redes sociales y blogs de internet. Esas mismas personas son las que
me han amenazado de muerte a mi familia y a mí. La Policía está
investigando quién está detrás de esto.
¿Por qué ha triunfado la obsolescencia programada?
Si
los productos duran menos, la gente se ve obligada a consumir y a
endeudarse. El modelo económico actual ha permitido que la mayor parte
de la riqueza se concentre en el 8% de las manos, principalmente en los
bancos y las grandes corporaciones. Debido a esto, estamos en la
situación en que estamos.
Pero, si bajara el consumo estaríamos peor...
No,
la economía consta ahora de ciclos positivos y negativos con el nivel
de producción actual. Vamos a dejar el planeta sin recursos en 50 años
si seguimos fabricando de esta manera. Compramos materias primas a
países del tercer mundo, fabricamos en países asiáticos sin condiciones
laborales adecuadas y finalmente depositamos la basura electrónica en
países pobres.
¿Crearía empleo el modelo de economía sostenible que propone desde su movimiento?
Sí
se crearían puestos de trabajos porque las fábricas volverían a Europa
al no interesar una producción rápida, sino de mejor funcionamiento.
Además, si se fabricara con calidad, las materias primas se pagarían al
tercer mundo y se reduciría la basura electrónica. Tampoco sería
necesario que se trabajara tanto ni unos sueldos tan altos porque las
necesidades de consumo serían mucho menores. Por otro lado, se crearía
un mercado de segunda mano y de reparaciones que impulsaría el origen de
nuevos puestos de trabajo.
Lavavajillas
que dejan de funcionar a los seis años, ordenadores que dejan de
encenderse, ropa gastada a los pocos lavados... ¿cómo se consigue que un
producto dure menos?
Se
manipulan los materiales para que tengan menor calidad. En los
productos electrónicos, por ejemplo, se introducen semiconductores como
el germanio, selenio o silicio que provocan que el punto de fusión se
active al contacto con el calor y en consecuencia, el rápido deterioro
desde el primer momento en que se utilice. Antes, los productos duraban
más. En el futuro, los coches de hoy no podrán utilizarse para
exhibiciones y carreras igual que en la actualidad lo hacemos con los
automóviles clásicos de antes porque no durarán más allá de un
determinado número de años.
¿Terminará por tener éxito un modelo productivo como el que propone?
Esto
depende de personas como usted, de la Prensa en general. Los medios de
comunicación suelen ignorar lo importante y dar portadas a un futbolista
por el mero hecho de que esté triste.